9 momentos en los que un padre siempre ha estado a la altura

El 19 de marzo es el Día del Padre y en Zankyou queremos homenajear a todos esos superhéroes que nos han facilitado la vida.

9 momentos en los que un padre siempre ha estado a la altura
Gabi Fg
  • Vida en pareja

Cada persona es un mundo y cada padre sigue una órbita distinta, amparando a su hijo/a, su planeta predilecto. Hoy es el Día de Padre, uno de esos días únicos en el que, tiempo atrás, recortábamos, pintábamos y moldeábamos historias con un único fin: verle sonreír. Con motivo de este día, recordamos esos momentos en los que ellos dieron “el do de pecho”, siendo conscientes del CAMBIO DE ROLES de la actualidad que todavía no existía en las familias de entonces.

Primer momento de responsabilidad

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Tu madre está muy cansada. Después de un parto duro, necesita reposar y huir del mundo durante unas horas. Y allí estás tú, con la mirada fija en él, él con la mirada fija en ti, sin saber muy bien qué hacer contigo. Estáis solos. Ahora le toca ser responsable de verdad.

Al ver tus incipientes lágrimas, te coge como puede. A diferencia de las madres, que nacen conectadas a sus pequeños/as, los padres necesitan un aprendizaje que empieza en ese momento, entre el olor a lejía del hospital, las paredes blancas y el mobiliario desnudo. Allí, en territorio impersonal, te coge, te mece, te intenta calmar; tú, complacido, agarras su pulgar, tan grande como una extremidad. Le has regalado un momento único e indescriptible. A partir de entonces, SIEMPRE estará ahí.

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Foto vía Shutterstock: emin kuliyev

Primer día de colegio

¡Qué duro el cole!: niños que no conoces, pequeñas obligaciones, comida desconocida… Pero él esta allí contigo, antes de que suene la campana. Le agarras fuerte de la mano hasta dejarle la tuya marcada. Aunque no lleva capa, es un superhéroe; no ha sufrido el apretón, pero si ha percibido tu inquietud: “No te preocupes, lo vas a pasar genial. Eres especial y todos lo verán enseguida. ¡Tienes estrella! Así que, ¡vamos! ¡Va a ser una pasada! Todo saldrá muy bien”, dice. Y es verdad. Sea como sea, su poder es ser positivo y ofrecer seguridad. Después de ese momento, te comes el mundo, ya sea en el cole, en el instituto o en la universidad.

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Foto vía Shutterstock: noBorders – Brayden Howie

La bicicleta rota

Una cuesta complicada, un bache y, ¡pum!, un buen golpe. La caída no ha sido una tontería: tu rodilla está magullada, la cadena se ha salido y uno de los ruedines se ha aflojado. Él, que suele arreglarlo todo, desde un juguete hasta una estantería (en aquel momento todavía imperaban los estereotipos sexistas), está allí para rescatarte, con su ristra de llaves inglesas y su 3 en 1 listo para engrasar. Tu madre se una a la faena con la mercromina y las gasas para curarte la herida; él, que disfruta manchándose de grasa, deja la bici como nueva y lista para otra caída.

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Foto vía Shutterstock: NadyaEugene

Ese examen/trabajo difícil

Tu madre, que te ayuda con los deberes día sí y día también, está algo ocupada. Pero necesitas que te “echen un cable” con esas raíces cuadradas tan complicadas. Por suerte, tu padre, que acaba de llegar de trabajar, se arremanga la camisa y actúa en misión especial. Siempre que le has necesitado con urgencia, ya fuera en los trabajos de plástica o en las lecciones de Historia, él está allí para turnarse con tu madre cuando hace falta. Se implica como si el mundo dependiera de ello. Y en clase, con la seguridad que te transmite, lo bordas al día siguiente.

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Foto vía Shutterstock: Jack Frog

Primera charla seria

Tienes 15 fatídicos años. El acné cubre tu rostro y algunas partes de tu cara están desproporcionadas. Tu autoestima bascula entre la plenitud y la caída libre. Por ello, tu comportamiento cambia cada media hora, tus gustos son atrevidos y el mal humor es la bandera que llevas a todas las cruzadas contra tus padres. Él, que posiblemente se haya aguantado muchas broncas, quiere hablar contigo. Te deja cierta libertad, pues no estás en un campo de concentración, pero te aconseja sobre X amistades, ya que a algunas no se les intuye un buen futuro; te asesora en materia social, aunque creas que no tiene ni idea; e intenta despejarte el camino hacia la sensatez y la bondad, aunque ya hayas dado un paseo por el morbo. También te recuerda lo especial que eres.

Esa charla la recuerdas siempre, te hiciera falta o no.

Aspiraciones educativas

Tu madre siempre te ha considerado perfecto/a, pues siempre ha sido más empática en casi todo. Por ello, cuando decides no ir a la universidad, o estudiar una carrera y no otra, tu padre es el que más se inmiscuye en tu decisión. Pero, de alguna forma, acaba portándose como un auténtico padre, que ofrece sus consejos sin desdeñar tu opinión. Poco a poco, empieza a comprender que tu único fin es la felicidad y que solo tú tienes la llave. “Confío en ti”, se atreve a decir, después de soltar las típicas bravuconadas de padre; respira y entiende que todo saldrá bien. No obstante, dependiendo de tu estado emocional, esa charla puede sacarte de la burbuja y hacerte ver la realidad. Y es que, a los 18 años, todavía tienes la cabeza en las nubes y él es el mejor para bajarte al suelo, siempre con mesura y cariño.

Primer viaje serio

Pájaros en la cabeza, ambiciones vitales, espíritu aventurero… ¿Te suenan? Forman parte de tu filosofía a la veintena, cuando coges la mochila/maleta y quieres marcharte a recorrer mundo con tus amigos. Tu padre te dice dónde meter el dinero, porque es extremadamente precavido; también las mejores formas de evitar el peligro; las técnicas de organización de una mochila/bandolera, pues siempre se ha creído MacGyver (de la maleta se encarga tu madre); mirar mapas, seguir indicaciones, preguntar y, sobre todo, ir a los lugares con mucha antelación. Tu madre se encarga de las medicinas, de todos los documentos y demás historias. Aunque en ese momento te saca de quicio el exceso de información que te brinda tu padre, sus consejos acaban funcionando, incluso esa linterna que te obliga a meterte en el bolsillo secreto de la mochila. “¿Para qué una linterna, papá. No voy de viaje a una cueva”, preguntas indignado/a. “Nunca se sabe”, sentencia. Y tiene razón.

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Foto vía Shutterstock: Alena Ozerova

“¿Qué quieres hacer con tu vida?”

Ya tienes una edad y no tienes trabajo. La frase del título, mucho más pesada que un martillo pilón, la esgrimían los padres de antaño cuando sus hijos parecían viajar por la vida sin rumbo. Hoy, que los tiempos han cambiado, tu padre es más consciente de la realidad y solo quiere saber qué tienes pensado hacer. Acepta tus decisiones, aunque impliquen dar tumbos durante un año buscando tu sitio, y te ofrece su ayuda como puede, sin consentirte cualquier cosa. Es en esos momentos cuando tu padre quiere que te valgas por ti mismo, aunque deba aconsejarte y brindarte ayuditas para empezar a encauzar tu vida. Solo quiere que madures sabiendo que él y tu madre están ahí.

Antes de la boda

Ese superhéroe que tantas veces nos ha vendido la publicidad es real y está ahí, preparándose para tu boda. El traje le habría quedado mejor hace veinte años, pero sigue siendo un dandy, un James Bond retirado con licencia para seguir al pie del cañón. Te coge de la mano y camináis juntos, hacia un nuevo horizonte, uno en el que, indudablemente, también estará él. Porque siempre está.

Los años pasan y los roles en las familias cambian. Estamos muy a favor de esa transformación, pero nuestros recuerdos son los que son y siempre nos gusta volver a ellos, más en este 19 de marzo tan especial. ¡Felicidades, padres!

Descubre también la relevancia de la compañía de tu padre el día de tu boda y 15 motivos por los que una novia necesita a su padre ahora y siempre.

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