La boda de Igor y Jekaterina es una de las más originales que hemos publicado en Zankyou. Y es que, los nombres ya pueden darnos una pista de que ni el novio ni la novia eran españoles. Tanto él como ella viven en Nueva Jersey, pero sus familiares y amigos son rusos y eslovenos. Y, sin embargo, ambos quisieron que su gran día se celebrase en España y fuese retratado por la cámara del fotógrafo de bodas Roberto Carmona.
¿Por qué España? Parece la pregunta más obvia y, para los novios, la respuesta era sencilla. Dado que fuese cual fuese el lugar escogido para la boda habría que desplazar a los invitados, qué mejor que celebrar su enlace en el mismo lugar escogido para su luna de miel. Así fue. Igor y Jekaterina tenían claro que pasarían sus primeros días de casados de viaje por España, por lo que nuestro país fue el lugar escogido para esta destination wedding que comenzó con un rato de diversión de los novios y sus amigos en el hotel.
Como no podía ser de otro modo, tanto el novio como la novia pusieron todo su empeño en lucir más radiantes que nunca en su gran día. Jekaterina lo consiguió con un espectacular vestido estilo princesa de Allure Bridals con falda de tul plisado y organza y aplicaciones de pedrería en el escote corazón. Los zapatos, con incrustaciones también de pedrería, eran de Bagdley Mischka.
Fue ella misma quién se maquilló, complementando a un sencillo moño que dejaba todo el protagonismo a los maxi pendientes de pedrería y al velo que lució con su vestido de novia. El ramo, de peonías rosas y blancas y de tallo largo, era de Floreale.
Igor, por su parte, apostó por un elegante esmoquin de Hugo Boss y el detalle: unos elegantes zapatos en cuyas suelas podía leerse “ella es mía”: “she’s mine”.
Para la ceremonia, en la que no faltaron las emociones recogidas por la cámara de Roberto Carmona, los novios escogieron los jardines del Parador de Chinchón, uno de los más emblemáticos de la Comunidad de Madrid.
Tras la ceremonia, y mientras los invitados disfrutaban del cóctel en el Parador (donde también se alojaron para la boda) los novios aprovecharon para hacer un recorrido por Chinchón en un “coche de novios” muy especial: un carruaje tirado por un burro, una atracción típica de este municipio.
Después, tras una preciosa sesión de fotos con Roberto Carmona en las inmediaciones del Parador de Chinchón, los novios y sus invitados disfrutaron del convite lleno de sorpresas y momentos emotivos: desde las lecturas de sus amigos, hasta la actuación de un tablao flamenco. Sin olvidarse del romántico momento del baile de los novios con bengalas incluidas.
Y es que si algo caracterizó a la boda de esta pareja tan internacional fue el romanticismo y el buen humor de toda la celebración. Una boda de ambos lados del Atlántico que ni ellos ni sus invitados olvidarán nunca. ¡Muchas felicidades!
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