En Zankyou, no somos los genios de la lámpara, ni los dueños de pociones milagrosas con altos poderes de seducción general. Tampoco somos poseedores de la verdad absoluta, pero sí de una buena pila de consejos que, tras investigaciones exhaustivas, nos han permitido diseñar guías para potenciar vuestra competencia social.
¿Las chicas se alejan de ti? ¿Los hombres no te miran ni para pedirte la hora? ¿Acaso eres, simple y llanamente, un rancio/a? Quizá no triunfes entre tus potenciales ligues, pero tampoco destaques en tu primera impresión con el resto del planeta. Si quieres salir de esa burbuja que te vuelve invisible o insoportable, tan irritante como un bebé berreando en un ascensor averiado, atento/a a estas apreciaciones para gustar un poco más a las personas, sean nuestros amigos, tíos o posibles parejas.
1. Sé tú mismo/misma
Un tópico que has de seguir a rajatabla, aunque las películas de Jennifer Aniston lo hayan repetido hasta la saciedad. Además de un cliché sociológico, ser uno/a mismo/a es vital para que las relaciones sigan su curso, pues ni tu conocido, amigo o novia se comerán la tostada durante demasiado tiempo si imitas a otros. Quizá se atraganten con ella, te la escupan en la cara y te quedes igual que antes, es decir, solo/a.
No finjas ser otra persona: tú eres tú y eres lo mejor que te podía haber pasado. Explota tus cualidades, las que te hacen irradiar ese aura propio que ningún otro humano posee. Si, en lugar de lamentar tu físico o personalidad, te centras en los detalles que te hacen excelente, ninguna persona se resistirá a tus encantos. Disfrazarse de otros es magnífico para Carnaval o para extraños ritos paganos. Tú no necesitas ninguna carcasa de baratillo para mostrar lo mejor de ti.
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2. Escucha
No hay nada más aburrido que una persona a la que le gusta ser el centro de atención, hablar sólo de ella y fingir que sus amigos o compañeros son un público ante los que representar una función. Aburrido es solo un eufemismo, ya que, en realidad, esos sujetos son una auténtica paliza y nunca atraparán el corazón de nadie, en ningún sentido.
Los oídos que decoran tu cabeza son instrumentos para escuchar y debes usarlos en todo momento, sobre todo si deseas entablar relaciones de amistad, amor o “colegueo”. Saber escuchar aporta confianza y sensibilidad, incluso en el trabajo. Si eres chico, ellas se derretirán con un hombre que atienda sus problemas, les dé consejos y no critique cada decisión que hayan tomado. Si eres chica, ellos se sentirán comprendidos y acabarán deseándote a un nivel mucho más trascendental, más auténtico, más natural. Si solo buscas amistad, no hay nada mejor que un amigo con dos orejas bien pulidas para empatizar y ayudar/ayudarte.
3. Comunicación no verbal
“La cara es el espejo del alma” y en ella residen las principales manifestaciones de nuestro ser. Los ojos, además de contener un maravilloso iris de colores con el que dar vida a tu rostro, son excelentes armas para labrar buenas relaciones. Demuestran comprensión y atención, así como seducción si buscas algo más. Mantén el contacto visual sin alcanzar el nivel de obseso/a, pues los locos no son bienvenidos en demasiados lugares, pero transmite todo lo posible a través de ellos y gánate a las personas de tu alrededor.
La sonrisa es un regalo para aquellos que aprecian la belleza humana, aunque es conveniente que el contenido de la misma sea pulcro y con la mayoría de sus habitantes con vida. Además de atractivo físico, la sonrisa demuestra empatía, simpatía y receptividad, los tres ingredientes esenciales para el menú de las relaciones. Maneja esa virtud a tu forma, con naturalidad y sin demasiadas estridencias, y acompáñala con una simpática contracción de los ojos, quizá uno de los mejores amigos de una sonrisa sincera. El resto nadie se lo creerá.
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4. Confianza
Los/as nerviosos/as y dubitativos/as (a.k.a. neuróticos, paranoicos e inseguros) son grandes personajes para las novelas y el cine, pero, en la vida real, generan cierto rechazo; aunque, para gustos, los colores. No obstante, siempre es mejor ofrecer cierta confianza y seguridad en sí mismo/a, sin sobrepasar ciertos límites de decoro y ridículo. Los excesivamente confiados resultan prepotentes y, en el fondo, son los más inseguros, aunque ellos sean los únicos que no lo sepan; lo cierto es que pueden resultar algo patéticos. Encuentra el equilibrio, valora tus virtudes, deja atrás los temores y, con algo de sensatez, tírate a la piscina. No te instamos a una zambullida desde 50 metros, pero arriesga un poco y acertarás, porque tú lo vales.
5. Maneja bien tus cartas
Entre tus cartas no solo hay atractivo, sensualidad, cultura y confianza; también hay celos, inseguridades, temores y malas experiencias. Maneja bien tus cartas y, sobre todo, guárdate algunas en el bolsillo (o en la manga, que queda más cool al sacarlas) para cuando las necesites.
Las personas que, en el primer contacto, te cuentan que su novio le ha dejado o que tuvo varicela a los 14, no son de fiar. Tampoco aquellas que te llenan de abrazos durante la primera semana en común. ¡En absoluto! Huye de ellos y, si se trata de ti, búscate otros amigos con los que no cometer los mismos errores (o cambia de apariencia, nombre, país y planeta). Tanto si buscas amistad, una buena relación en el trabajo o una relación sentimental, te exigimos que elijas bien tus temas de conversación y guardes tu intimidad para más adelante, aunque a veces reveles alguna información. Aprende en quién confiar, porque las personas que cogen confianza a las primeras de cambio no ofrecen ninguna seguridad para depositar la nuestra. Hazte el/la difícil de vez en cuando, muéstrate misterioso (sin ser desagradable) y las personas de alrededor sabrán que todavía tienen mucho por descubrir. Eso siempre resulta interesante, aunque para muchos esté mal visto. ¡Ni caso!
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