Para Carolina y Jacobo, el amor llegó donde menos se lo esperaban: su puesto de trabajo. Para ellos, casarse no fue una decisión que tuvieran que tomar, previa pedida de mano, sino “el paso natural en su relación después de más de seis años”. Su enlace, en el Palacio de Meres (Asturias) estuvo lleno de momentos inolvidables que las cámaras de Tatiana Castañón de Dipatata captaron a la perfección inmortalizando cada detalle.
Para el día más especial de su vida, Carolina eligió el modelo Carol de la colección 2014 de Rosa Clará, un vestido con un toque vintage que emulaba a los looks de los años 20 realizado en bámbula de seda con cristales de swarovski y pequeñas perlas que enamoró de inmediato a la novia. “El detalle de los cristales y las perlas alrededor de todo el cuerpo, de cerca es impresionante y con la luz adecuada el efecto era espectacular. El acabado del vestido era impresionante”, recuerda Carolina.
Como complementos a su look, la novia apostó por algunas piezas de joyería de gran valor sentimental. “Lo más especial que llevé fue una pulsera que había pertenecido a mi abuela, era su pulsera de pedida elaborada en oro blanco y diamantes. Siempre había soñado con lucirla por todo lo que signifiaba. La historia de amor de mis abuelos se puede resumir con la frase “El largo camino del amor” y ojalá a nosotros nos traiga la misma suerte”. Los pendientes, de brillantes y con la talla de la flor de lis, también de su abuela y un anillo que, a modo de anillo de compromiso le había regalado Jacobo dos años antes completaban el conjunto.
Carolina tampoco descuidó sus zapatos ni su ramo, dos de los complementos más importantes del look de cualquier novia. Franjul fue la zapatería en la que Carolina encontró los salones de color gris perla que lució para su enlace, mientras que para su ramo, confió en la floristería “El invernadero de Oviedo” que elaboró para ella un ramo en el que predominaba el rosa con flores de aspecto silvestre.
Finalmente, para el maquillaje y la peluquería, la novia confió en Lorena Carbajal y en la peluquería Noe de Candas. Ambas optaron por looks muy naturales que resaltaban aún más la belleza de Carolina en su gran día. Como toque final, un tocado de Le Touquet elaborado en dorados y plata que daba un toque de luz a su peinado.
Jacobo, por su parte, estaba guapísimo con un traje de color negro con chaleco gris. Muy elegante y protegido por un paraguas, pues pese a ser agosto la lluvia no perdonó el día de esta pareja, llegó hasta el Palacio para dar el sí quiero.
Los momentos que paso en la habitación del Palacio de Meres arreglándose y el camino hacia el altar con Jacobo esperándola son dos de los momentos que Carolina recuerda con más ilusión. Tras ellos, comenzó la ceremonia, en el mismo Palacio de Meres, decorado por El invernadero de Oviedo que utilizó las hortensias en diferentes colores combinadas con velas y macetas de diferentes tamaños como base de la misma.
“En el patio central de la ceremonia se colocaron en las esquinas árboles con velas colgantes”, recuerda Carolina que añade que “Fue muy especial celebrar la ceremonia en el patio rodeados de todos los nuestros, tanto en la parte de abajo, como asomados desde el piso superior. Mirase hacia donde mirase siempre encontraba una cara familiar o amiga”.
Tras el sí quiero, los novios aprovecharon las inmediaciones y el interior del Palacio para hacerse sus primeras fotos como casados que Tatiana Castañón supo inmortalizar de un modo mágico, captando el amor de cada gesto y cada mirada.
Tras ello, tanto los novios como los invitados se dirigieron a otra de las salas del Palacio de Meres donde tuvo lugar la cena tipo cóctel que corrió a cargo de Balbona.
“Debajo del horreo se colocó el pulpeiro en honor al novio y a la familia del novio, que son gallegos. En otro lugar coloco el buffet de quesos con un especialista en la materia, en otro lugar y como no podía ser de otra manera en cualquier boda asturiana que se precie, un rincón con sidra y una persona que se encargaba de escanciarla. Tampoco faltó el jamonero… La gente se sentaba en los distintos rincones acondicionados con quien quería libremente”, cuenta la novia. “Los centros de mesa eran maceteros con hortensias, un farolillo y manzanas verdes. Y al caer la noche en las mesas se colocaron candelabros de velas y en el lugar del baile también se colocaron muchas velas”, recuerda.
El baile de los novios, a ritmo de “Dancing in the dark” de Bruce Springsteen, fue la sorpresa final y dio paso a la fiesta que se prolongó hasta altas horas de la noche. Y es que cuando los novios buscan la naturalidad ante todo para hacer una boda en la que todo el mundo se sienta cómodo, esos detalles se notan y dan lugar a un ambiente mucho más festivo y desenfadado, como sucedió en este enlace. ¡Nuestra enhorabuena a Carolina y Jacobo y muchas gracias por compartir vuestro gran día con nosotros!
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