¿Imaginas compartir profesores, amigos y clases con tu media naranja desde los 7 años sin darte cuenta? Eso fue precisamente lo que les pasó a Ana y Chechu, los protagonistas de nuestra real wedding de hoy. Y es que, pese a ser compañeros de clase desde pequeños, reconocen que nunca se gustaron hasta que, 17 años después, en una cena de antiguos alumnos volvieron a encontrarse. Ese día comenzaron una historia de amor que acabaría en una preciosa boda retratada por JFK Imagen Social y organizada por Something Blue.
La pedida de mano de Chechu fue, según la propia Ana “en el lugar menos romántico que te puedes imaginar”, pero pese a ello, a nosotros nos parece que estuvo llena de encanto. Ella volvía de dar una ponencia en un congreso acompañada por una migraña y al llegar a casa, Chechu le dijo, muy serio, que tenían que hablar. Ana se temió lo peor hasta que él empezó a decir todo lo bueno que ella había aportado a su vida y lo feliz que era de que estuviera en ella. “Se puso de rodillas como los príncipes en las películas y sacó una cajita con el anillo (mi migraña se puso a dar palmas y yo regresé al estado ojiplático del que hacía apenas unos segundos había salido). Me dijo que si quería casarme con él y a mí solo se me ocurrió taparme la cara y ponerme a reír a carcajadas sin control para parar durante unos minutos”, recuerda.
Los novios
Tras decir sí quiero a la propuesta de Chechu, Ana comenzó a preparar su enlace, con atención especial a su vestido de novia. El modelo elegido fue un espectacular diseño de Oh que luna del que Ana se enamoró al instante y no pudo quedar más contenta con su decisión. “Tenía un gran escote en V en la espalda y una falda con varias capas de gasa de seda y una cola, que le daban un aspecto ligero. Quería que el vestido fuera cómodo, romántico y con un toque sexy y lo consiguieron”, explica.
Como joyas, y sin que pudiera ser de otro modo, Ana no se olvidó de lucir su anillo de compromiso, un solitario de Tiffany and Co., y unos pendientes prestados por una de sus amigas. El toque de color a su look lo dieron los zapatos, unas sandalias de color frambuesa. También lleno de colorido fue el ramo, diseñado y creado por María Salazar, quien también creó para Ana el tocado que lució en el pelo. “El ramo estaba compuesto con flores silvestres de diferentes colores y con forma asimétrica para dar más naturalidad”.
Del maquillaje y la peluquería se encargaron Mónica Martín Noé y Eva Guisado, respectivamente. De la primera, Ana destaca la “magia que hace con sus pinceles. Me dejó guapísima sin dejar de ser yo”, mientras que la peluquería se basó en un recogido a base de trenzas, sencillo y natural que favorecía a Ana sin restar protagonismo al vestido.
Sergio (Chechu) optó por el clásico chaqué para su gran día, combinado con un chaleco con motivos escoceses y con unos gemelos, encargados por Ana para la boda, que tenían el símbolo del infinito y sus iniciales grabadas.
La ceremonia
Para darse el sí quiero, Ana y Chechu escogieron el marco incomparable que ofrecen Los Claustros de Ayllón. Allí, entre los restos de la iglesia románica que antes albergaban los claustros, la pareja se dio el sí quiero sin que faltasen las anécdotas. “Una de las ocasiones en las que tenía que leer unas frases, me emocioné y sin ser consciente que el micrófono estaba abierto le dije al cura, “lo ves, te dije que iba a llorar”. Y cuando tuve que leer los votos dirigiéndome a mi “marido” le llamé por el apodo con que le llamábamos en el colegio cuando éramos niños, de hecho sigo llamándole así, en vez de llamarle por su nombre, los que nos conocen empezaron a reírse en la iglesia, incluidos nosotros”, recuerda Ana.
Tras el sí quiero, los novios se marcharon acompañados por los profesionales de JFK Imagen Social a hacerse sus primeras fotos como marido y mujer. “Han hecho un trabajo increíble. Tienen gusto, son sencillos y sus fotos no son solo imágenes, hemos conseguido revivir sentimientos con muchas de sus fotos”.
El banquete
Mientras ellos disfrutaban de sus primeros minutos de casados, los invitados pasaban a la explanada de Los Claustros de Ayllón en donde se celebró, al aire libre, el convite, a cargo de Vatelia. Todo estaba perfectamente decorado por Carmen, de Something Blue, que ejerció como wedding planner y consiguió que no faltase ni un detalle.
Baile de los novios
Y tras el convite, llegó el momento del baile de los novios a ritmo de la versión de Coque Malla y Anni B Sweet “No puedo vivir sin ti”, a lo que siguió el baile de Ana y Chechu con sus padres y ¡un concierto de música indie! Sin duda, el broche de oro para un día de lo más especial.
Y es que la boda de Ana y Chechu es el mejor recordatorio de que nunca sabemos lo que el destino nos tiene preparado ni dónde estará el hombre de nuestra vida. ¡Enhorabuena a los dos y muchas gracias por compartir con nosotros vuestro gran día!
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