Muchos le conocen como el diseñador del traje de novia de la Infanta Elena, pero Petro Valverde había vestido ya a muchas novias antes que a la Duquesa de Lugo. Es más, el modisto sevillano había diseñado un vestido de novia aún más especial para él, 35 años antes. Un traje que le costó muchísimo por ser el primero y que nunca olvidará por ser el que lució su hermana para su boda.
Como si de una novia más se tratara, Petro me recibe en su taller de Madrid para charlar acerca de los vestidos de novia. Para él es algo habitual, lo hace con cada clienta durante, al menos, una hora.
Te tienes que meter un poco en el personaje. Muchas novias llegan desorientadas porque no saben lo que quieren en realidad, pero sí creen que lo saben. Hablo con ellas durante una hora o más y les saco lo que realmente quieren. Yo les aconsejo que no se disfracen y que lo que ven en otras mujeres quizá no les vaya bien a ellas. Así se relajan y les voy mostrando y probando cosas.
Petro, ¿eres de los que prefiere que las “malas compañías” se queden fuera cuando la novia viene a probarse?
Lo ideal es que la novia venga acompañada por una o dos personas; la novia y la madre o la hermana. Y sobre todo que la quieran muy bien porque si no es un desconcierto y hay demasiadas opiniones. No hay que olvidar que a lo mejor, tu mejor amiga no ha podido permitirse ir a un diseñador o ella es más gordita y puede sentir envidia. Lo ideal es que venga la novia acompañada por su madre.
¿Y si viene con el futuro marido? ¿Eres supersticioso?
Sólo me ha ocurrido un par de veces. A mi no me preocupa, si la pareja lo decide así, me parece bien. Yo no suelo conocer a los novios , alguna vez vienen después de la boda a enseñarme las fotos pero generalmente no les veo. Aún así, sigo creyendo que el vestido de novia debe ser el secreto mejor guardado.
La novia elige lo que quiere gracias o a pesar de tus consejos, pero cada vestido lleva tu firma. ¿Dónde termina tu libertad como diseñador y comienza la de la novia como cliente?
Es un complot entre la novia y yo. Le voy indicando lo que le queda bien, si la novia tiene un hombro bonito lo tiene que lucir y si tiene poca cintura también. Voy sacando lo mejor de ella pero la última palabra es de la novia. Todos los trajes llevan una impronta de la novia. Yo les dejo mucha libertad pero dentro de un orden. Si de pronto ella dice algo, lo contemplo, pero lo que le digan el resto de “asesoras” no. Por ahí no paso.
¿Por qué lloran algunas novias cuando se prueban un vestido que les gusta? A mí me resulta gracioso.
Lloran porque se emocionan al verse así de guapas. Hay que ver en qué momento te casas. Por ejemplo, ahora estoy diseñando un vestido para una señora en segundas nupcias y está ilusionadísima. Cuando viene a probar se emociona pensando en ese día. Está entusiasmada con su traje y eso te motiva como diseñador. Depende de cómo esté la relación de pareja.
Las relaciones ya no son cómo las de antes; ya no llegamos vírgenes al matrimonio, nos casamos más de una vez y han aumentado las ceremonias civiles. ¿Por qué sigue dominando el color blanco/marfil y el velo en las bodas?
Porque la novia sigue volviéndose clásica el día de su boda. Aunque sea joven y muy moderna se quiere casar así. Yo diferencio mucho la ceremonia civil de la religiosa y se lo hago ver a la novia. A las bodas civiles no les pongo velo, le doy más carácter de fiesta. Claro, que puede ser la primera vez para la novia o para los dos y le puede hace ilusión lo de ir de blanco.
¿Y si después de hacerte un traje a medida con todo el cariño del mundo, te quedas plantada y sin boda?
He tenido dos casos de novias que no han llegado a utilizar el traje. Una de esas novias que canceló la boda, vino unos años después para rehacerse el traje que se había quedado en el taller. Se casaba con otro novio.
Con tantas bodas a tus espaldas, seguro que tienes alguna anécdota curiosa.
Este verano tuve que ir a vestir a una novia en Sevilla, menos mal que me llevaron en coche porque celebramos lo feliz que estaba con su vestido y antes de salir nos habíamos tomado una botella de champán. Se fue muy contenta, un poco más de lo normal. Nos reímos mucho.
Sus vestidos de novia han desfilado en Gaudí y en Cibeles, pero Petro ama la Alta Costura y se queja de que no haya apoyo ni subvenciones para poder mostrar el trabajo de los buenos modistos. Ha enseñado su saber en la Universidad Politécnica y pronto creará una pequeña escuela en su taller. Aunque se siente orgulloso de tener la Medalla de oro de Sevilla y el “Premio Dedicación a la moda” que le otorgó su ciudad natal, Petro Valverde que lleva muchos años vistiendo a la realeza europea, sueña con ver un gran desfile de todas sus colecciones en la Plaza de Colón de Madrid. Mientras eso llega sigue vistiendo con estilo y creatividad a miles de novias.
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