Tras 11 años juntos y dos niñas, Aizea y Lia, Julian y Susana decidieron dar el gran paso, el que ellos llamaron el “sí quiero oficial”, en una ceremonia muy íntima rodeados de sus amigos y familiares más cercanos. Su relación se puede considerar muy internacional pero sobre todo, mágica. Han vivido en Bali, donde se conocieron, España, Francia y desde hace cinco años, su hogar se encuentra en Melbourne, por lo que su boda estuvo llena de invitados de diferentes partes del mundo.
La pedida de mano fue sorprendente, en la playa Padang Padang de Bali. Mientras hacían surf, ambos sobre la tabla, Julian sacó el anillo y formuló la famosa pregunta: ¿Quieres casarte conmigo?
Si algo tenía claro la pareja es que querían sorprenderles, por ello eligieron el 4 de julio como fecha clave y un entorno de montaña muy tradicional, Artiñano Etxea, para celebrar tanto la ceremonia como el banquete y la fiesta, un caserío típico vasco del siglo XVII a las faldas del monte Gorbea. Aprovecharon la magia de lugar para celebrar una boda de fin de semana y pasar tres días junto a sus invitados. Al ser un lugar antiguo, en el campo, decidieron darle al evento un aire vintage y campestre. Todo fue pensado para que congeniara con la temática elegida: el vestido de novia, el traje del novio, la decoración, el arte floral, el ramo de novia…
Para el gran momento, Susana confió en Jenny Packham y eligió un vestido de novia sencillo, cómodo y con un aire vintage pero elegante, fabricado en seda y con un trabajo de pedrería espectacular. Los zapatos eran unos peep toe sencillos y elegantes en color ivory. Como complementos llevó el anillo de pedida, de Belga Destinée, en oro y diamantes adquirido en Singapur, la alianza en oro blanco con ocho diamantes fabricada en Melbourne, una pulsera y unos pendientes de perlas australianas, un regalo de su suegra. La alianza del novio, por el contrario, era de la Joyería Garver, que confeccionó un amigo de la novia.
El peinado fue obra de Ekilore, un peinado desarreglado y muy natural. Supieron dar con el estilo que mejor iba con el vestido de la novia y con la temática elegida para la boda. El maquillaje, de Ederlan, fue muy natural, ¡Susana estaba guapísima!
La decoración floral elegida fue desarreglada y campestre con flores en tonos blanco y verde. “Me encantan las hortensias porque simbolizan sinceridad y perseverancia, había hortensias blancas por todos los sitios, en la mesa de ceremonia, en mi ramo… En la entrada al caserío se hizo una preciosa guirnalda de paniculata, al igual que en el jardín cerca de los fardos de paja donde colocamos varios cestos de mimbre llenos de esta planta”, explica la novia que cuenta que todo el impresionante arte floral fue obra de la Floristería Adela, de Bilbao.
Todo ello se encargó de recogerlo en preciosas y emotivas fotografías la profesional Patricia with Love, quien acompañó a los novios desde los preparativos horas antes de la boda hasta bien entrada la noche. “Es como un duende y allí donde mires está ella con su chispa, detrás del objetivo y dispuesta a captar el momento de una manera natural, tierna, realista, artística y con una increíble carga de amor. Después de ver un montón de tendencias y el trabajo de los fotógrafos internacionales de boda más punteros del momento, en cuanto vi su web lo tuve claro. Todos los invitados se quedaron prendados de ella y más aún después de ver las maravillosas fotos con la que captó ese día tan especial para todos nosotros”, comenta Susana que no puede estar más contenta de la elección que hicieron.
Tanto la ceremonia como el banquete fueron muy divertidos. “En la boda juntamos a invitados de varias partes del mundo a los que no tenemos el placer de ver a menudo, así que queríamos celebrar un banquete más informal, un cóctel era perfecto para nuestro tipo de boda, queríamos movernos de un sitio para otro e interactuar con todos los invitados”, comentan los novios, por ello eligieron a Luz Churruca que se encargó de ello con un exquisito cóctel, una perfecta fusión de la cocina vasca moderna y tradicional.
Con anterioridad a la cena tipo cóctel se sirvió un aperitivo después de la ceremonia a base de ibéricos de bellota, queso manchego, además de la recena a base de una mesa temática de quesos franceses, foie gras, salmón ahumado, caviar, espárragos, una impresionante mesa de dulces para los más golosos, una candy bar para los más pequeños y una barra libre hasta bien entrada la noche con unos camareros de primera. ¡Todos los invitados se quedaron encantados no sólo con la comida sino con todo el food displaying!
Al final de la noche salieron todos al jardín, ¡una sorpresa les esperaba! Los novios prepararon lámparas flotantes para que cada pareja pidiera un deseo antes de lanzarla al cielo. La oscuridad del jardín, la luna llena reflejada en la piscina, la luz tenue de las lamparitas flotantes y la enorme sonrisa de los invitados, los novios y las niñas, todos juntos mirando al cielo derrochando amor y felicidad, fue el broche de oro a ese día tan mágico. ¡Enhorabuena pareja!
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