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Un vestido único: la boda de Anabel y Manu
El vestido de novia era un diseño único y especial, alejado de lo tradicional, que acapararó todas las miradas. Fue el primero de los detalles que marcaron una boda mágica. ¡No os la perdáis!
Para Anabel y Manu, el día de su boda siempre se concibió como una gran fiesta, llena de detalles, que resultase inolvidable tanto para ellos como para sus amigos y familiares. Bajo esa premisa, esta pareja organizó una preciosa boda que con la ayuda de L’artelier eventos, quedó grabada para siempre en la memoria de sus invitados y en la de sus fotógrafas, las chicas de Volvoreta Bodas.
Con una idea muy clara de cómo quería que fuese su vestido de novia y dispuesta a recorrer todos los atelieres que hiciera falta para conseguirlo, Anabel llegó al taller de Beatriz Alvaro y quedó enamorada de su trabajo. “Yo ya iba con la idea de cómo quería que fuera mi vestido ya que no quería el típico vestido de novia y cuando le enseñe a Beatriz lo que quería enseguida me dijo que sí y me hizo un boceto”. El resultado no pudo ser más espectacular: Un vestido de líneas aparentemente sencillas en el que destaca la falda cruzada con abertura, un drapeado para marcar la cintura y un impresionante escote en la espalda. Pero si había algo que destacaba en el diseño era la tela empleada: un encaje de seda bordado con pedrería de cristal. Un tejido al nivel de una reina que hizo que el vestido de novia de Anabel fuese aún más único. “Iba todo cosido a mano, con la cola entolada (técnica que se emplea para usar dos tules). Una verdadera obra de arte”, cuenta Anabel.
Como cualquier novia, Anabel prestó especial atención a sus complementos. “Los zapatos fueron unas sandalias de Jimmy choo impresionantes con 12cm de tacón. Como sabía que no aguantaría la boda y la fiesta con ellos, lo siguiente que hice fue comprar una cuñas que utilicé para la fiesta”, recuerda. El ramo de novia, diseñado por Búcaro, estaba hecho a base de rosas en tonos malva, fucsia y rosa palo. ¡Simplemente espectacular!. Y como joyas, su anillo de pedida, de brillantes y con un zafiro, de la Joyería Suárez; una pulsera de Aristrocrazy, regalo de una amiga, unos pendientes de brillantes de su madre y un broche de plata y brillantes para sujetar el peinado.
El equipo de Bajobé makeup studio fue el responsable de la peluquería y el maquillaje. Un moño trenzado ligeramente despeinado y un maquillaje en tonos naturales fueron la apuesta de esta novia que solo tiene buenas palabras para el equipo de Bajobé. “No pude quedar más contenta con el resultado. Los descubrí en un blog y en cuanto q lo vi, llame para pedir cita. Ese mismo día salí con la cita para la prueba de maquillaje y peinado. No pude estar en mejores manos”.
Por su parte, Manu apostó por un traje de media levita de la Sastrería Suitz para dar el sí quiero. Guapísimo, llegó a la Catedral Castrense de las Fuerzas Armadas junto a su madre. La entrada de Anabel del brazo de su padre con el traje militar fue uno de los momentos más emotivos del día. Dentro del templo, las miradas de los novios entre ellos, y hacia sus padres, fueron protagonistas de las imágenes captadas por el equipo de Volvoreta Bodas.
A la salida del templo, cómo no, una lluvia de arroz esperaba a los novios que se marcharon junto a las chicas de Volvoreta Bodas a hacerse sus primeras fotos como marido y mujer.
Mientras tanto, sus invitados les esperaban en la finca La Casa de los oficios, el lugar elegido para el convite y la fiesta posterior. “Después de ver varios lugares nos quedamos con esta finca, impresionante y preparada para cualquier problema climatológico, algo importante para nosotros dado que la boda fue en marzo”. El laurel se encargó del cátering con el que tanto los novios como sus invitados quedaron encantados.
La decoración corrió a cargo de L’artelier, que convirtió la finca en un espacio rustic chic lleno de encanto y de detalles con la ayuda de las flores de Búcaro. “Cada mesa tenía un nombre de una serie, ya que Manu y yo somos muy aficionados a ellas. Buscamos por internet las imágenes de las series que nos gustan y se las dimos a Carolina para q se encargada de poner los meseros y dejarlos bonitos. La mesa nupcial era Friends, la serie preferida de Manu y a la hora de entrar en el convite sonó la banda sonora de su cabecera y todo el mundo se puso en pie para bailarla. Fue un momento muy especial”.
La fiesta posterior tuvo lugar en las bodegas de la finca, donde Manu y Anabel cumplieron con el ritual del primer baile en un momento mágico que dio paso a una divertida noche de la que todos disfrutaron.
Y es que la boda de Anabel y Manu nos recuerda que cada detalle cuenta y que hay miles de formas de hacer que un enlace sea único. ¡Muchas gracias a los dos por compartir con nosotros vuestro gran día y muchas felicidades!
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