Todas las bodas tienen su encanto y eso es algo innegable, pero cuando se celebran en pequeños pueblos de la geografía española, en un ambiente rural y mágico para los novios y sus invitados, ese encanto se dispara e impregna cada recuerdo y cada imagen. Eso fue precisamente lo que sucedió en la boda de Yolanda y Nacho, una pareja que escogió para su enlace el pequeño pueblo de Valdeprados y la finca Aldeallana, ambos en la provincia de Segovia.
Deseosos de contar con el buen tiempo a su favor, Nacho y Yolanda decidieron darse el sí quiero en pleno mes de junio. Para la realización de su reportaje de boda escogieron al equipo de Imaginart fotografía que llegó dispuesto a captar cada detalle del gran día de esta joven pareja.
Como lugar de celebración, Yolanda y Nacho optaron por una pequeña y romántica iglesia en la que el novio esperó impaciente la llegada de su chica que se hizo esperar antes de hacer su aparición en un coche antiguo propiedad de su tío.
En ese momento se desvelaba uno de los secretos mejor guardados de todo enlace: el vestido de la novia. Yolanda estaba preciosa con un vestido de Iván Vaz Pilo al que ella misma había dado forma con ayuda del diseñador. “Desde el principio quise que el vestido fuese mágico”, explica Iván Vaz. Y sobre esa idea trabajaron mano a mano hasta dar lugar a un espectacular vestido realizado en gasa, organza y crep de seda, con el que la novia parecía una verdadera ninfa de los bosques.
La parte superior, de corte lencero con escote en la espalda, hacía que el vestido fuese más fluido y relajado. El escote de la espalda iba rematado con dos pequeñas capas que simulaban las alas de las ninfas. Las hombreras se realizaron a mano con pedrería, al igual que el cordel a la cintura. Y como colofón, una preciosa cola que caía en degradé simulando las hojas de los árboles caducos. ¡Más de 60 metros de tela se emplearon para el vestido!
La corona de flores con la que Yolanda remató su look y el ramo con flores silvestres de diferentes tonalidades le daban ese toque de dulzura y romanticismo que toda novia busca para su gran día.
Tras la ceremonia llegó el momento de encontrarse de nuevo con los amigos y familiares, de recibir las felicitaciones y de trasladarse hasta la finca Aldeallana (Segovia), el lugar elegido para el convite y en cuyos jardines se realizó la sesión de fotos de los novios.
Si hasta el momento cada detalle de la boda se había cuidado al máximo, la finca no decepcionó. Una combinación de tradición rústica y modernidad se daban la mano en su decoración con detalles tan encantadores como la puesta de sol en el horizonte, mientras uno de los árboles de la finca, decorado con bombillas iba poco a poco iluminándose.
Y finalmente, llegó ese gran momento en el que los novios se lucen por primera vez como marido y mujer, el del baile, unos instantes en los que Yolanda y Nacho se dejaron llevar por la música y la felicidad que contagiaron rápidamente a todos sus invitados.
Y es que, para Yolanda y Nacho, el día de su boda fue un momento mágico que compartir con sus invitados y, ahora, con los lectores de Zankyou. Una boda rústica con encanto que seguro que os servirá de inspiración si estáis preparando vuestro gran día.
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