Cuando pronunciamos el famoso “sí, quiero”, entramos en un plan de vida que, salvo excepciones, suele ser común a toda la humanidad. Viajar es una actividad vital para salir de la rutina y fortalecer los lazos de la pareja. En muchas ocasiones, la forma y el fondo de viajar no dista mucho entre los matrimonios, pues todos buscan lo mismo: comodidad, limpieza, buena comida y actividades. ¿Vacaciones de verano para mí? En Valencia y con una buena paella; en Mallorca, con las aguas nacionales más cristalinas. ¿Relax? ¡Spa! ¿Viajazo? Punta Cana y Nueva York. ¿Algo más fresquito? El norte y sus mariscadas. ¿Destino: Europa? Londres, París, Roma… (En caso de buscar una luna de miel, consultad 10 destinos para soñar: tendencias 2016 en viaje de novios).
En época de novios, las condiciones del ciudadano medio circulan en la misma dirección. La capacidad económica es escasa, con todo lo que ello conlleva (cuchitriles, ágapes pobretones), pero se compensa con un alto nivel de adaptación y muchísimas ganas de viajar, potenciadas siempre por el afán de exploración y de alimentación del espíritu. Echa un ojo a los viajes que tenéis que hacer antes de meteros de lleno en una vida más sibarita que, por otro lado, lleváis mucho tiempo mereciendo. ¡Atentos!
Viajes a lo mochilero por Europa
¿Te ves cargando con algo que no lleve ruedas? Si no es así, quizá deberías dejar de leer. Si lo que te gusta es viajar por amor al arte y lo harías a cualquier precio, aunque ello conlleve sacrificios físicos, mentales y duras pruebas a tu nivel de exigencia higiénica, ¡adelante! Con tu pareja también se puede coger un tren en Italia, Francia o Rumania y dar rienda suelta a los raíles. ¿Todavía no has hecho un Interrail? Aprovéchate del buen físico que prevalece durante la veintena y descubre Europa desde las vías que siembran el continente, que son muchas y se escurren entre montañas, praderas, ciudades únicas y ríos inabarcables.
¿Te llaman los países nórdicos? Son regalos desenterrados de lo más profundo de la Madre Tierra; tesoros verdes, espumosos y de colores pintorescos; la crème de la crème del viejo continente. Italia y Croacia están llenas de pueblos pintorescos, pero también Bélgica, Polonia, Alemania, Eslovenia (Ljubljana es un tesoro desconocido), Países Bajos y Francia. Los países del este europeo atesoran experiencias auténticas y ambientes únicos, azotados por una historia que merece la pena descubrir, por muy dura que sea. Rusia guarda Moscú y San Petersburgo como oro en paño, pero aprovecha tu travesía en tren para llegar hasta los países bálticos, pequeñas joyas de tejados puntiagudos y vivas paletas cromáticas. El centro de Europa es un reducto de historia y ciudades encantadoras, confeccionadas con la estética arquitectónica de siglos atrás y barnizadas con esa materia inextinguible de grandeza y belleza.
Pero, ¿qué hay del viaje en sí? Quizá descubras los peores antros del continente (cada vez son mejores) y tengas que visitar más los supermercados que los restaurantes; quizá nadie te libre de dormir una noche a la intemperie: estación o parque; quizá te mire con desprecio la población autóctona por llevar una mochila más grande que tu propio cuerpo; quizá huelas peor que de costumbre y sólo gastes tus monedas en disfrutar del país visitado. Todas ellas parecen calamidades, pero son anécdotas que te harán sonreír cuando peines canas.
Rutas en coche
El turismo rural está genial, pero el camping es una fantástica opción para aprovechar más aspectos del viaje si andas corto de fondos. El coche es la forma más económica de viajar y España tiene montaña y costa para aburrir, todos los ambientes para disfrutar de cualquier ecosistema: mediterráneo, atlántico o continental. Desde Asturias hasta Andalucía, pasando por Cataluña, País Vasco, Extremadura o Castilla -La Mancha. Todo tiene algo importante para ver, descubrir y sentir. Insistimos: TODO.
Si eres más ambicioso, cumple el sueño ‘hipster’ por excelencia y viaja a Estados Unidos para iniciar la Ruta 66 en caravana o en coche y tirar de tienda de campaña o moteles mugrientos (mejor si no has visto Psicosis). Las selvas de rascacielos del país americano quitan el aliento (Nueva York, Chicago, Boston…), pero también su variado paisaje natural, ya sean bosques, desiertos o glaciares dispersados por Colorado, Florida, Utah o California. ¿Te has imaginado repostando en mitad de Texas? Si también has soñado con ver a ese cowboy sudoroso sobre una mecedora con una brizna de trigo en la boca, visita este lugar y descubre el lado más auténtico del país, o sube hasta Canadá, que de exuberancia natural está más que servido. ¿Cascadas? ¿Bosques verde esmeralda? Sí, sí, y más.
Aventuras exóticas
En este tipo de viajes, la mochila también es importante, pues la tierra, las rocas y las superficies vegetales suelen ser terrenos hostiles para las ruedas de maletas. En Centroamérica y Sudamérica son expertos en espectáculos diseñados por la naturaleza y el hombre, con selvas impenetrables, playas paradisíacas y civilizaciones extintas. Desde México hasta Chile, las posibilidades son abundantes y la satisfacción está asegurada, además del regocijo del estómago. El mayor gasto proviene del vuelo hasta la zona, pero los países visitados son baratos y tu capacidad de adaptación al medio hará el resto. ¡Saca tu lado camaleón!
África y Asia son terrenos temidos e inexplorados que prometen aventuras inigualables y anécdotas para contar a tus nietos. No hablamos de safaris, ni de retiros en las playas de Zanzíbar. Los voluntariados son formas excelentes de conocer mundo, además de vehículos especiales para ayudar a los más necesitados, valorar lo que tenemos en Occidente y disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, actitudes vitales para mejorar el mundo. Marruecos, Nepal, Kenia, India, Ghana o Sudáfrica son algunas de las piezas que conforman este magnífico puzzle de sensaciones y autorrealización.
Pequeñas escapadas
No todo iba a ser viajes grandes. Los planes de fin de semana suelen estar ligados a la improvisación: vuelos de última hora u ofertas y packs en casas rurales de Asturias. Aunque no lo parezca, hay vuelos y trenes baratos que te solucionan el ‘finde’ y te regalan ciudades como Bilbao, Lyon, Sevilla u Oporto. Hay lugares que requieren pocos días de visita, aunque también una forma rápida de viajar, sin recreaciones, efectiva y con varios bocatas o latas de conserva en la mochila. Y la cámara, por supuesto.
¿Aún no habéis experimentado aventuras de estas características? Aprovechad el idilio en pareja y ponedlo a prueba en viajes únicos que requieran una gran compenetración y descubrimientos inesperados. Si todo sale bien, estáis hechos el uno para el otro. Si sois de los que cogen avión, coche, tren o barco a la mínima, descubrid las 10 cosas que sólo las parejas más viajeras entenderán: ¡toma nota!
Foto vía Shutterstock: pareja feliz riendo sobre el puente, viajeros en Namibia (África), pareja mochilera en Visitor Mountains, Montenegro.
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