Vocabulario para discusiones de pareja: cómo no meter la pata hasta el fondo

Antes de "soltar sapos por la boca", piénsatelo dos veces y no conviertas la discusión en algo mucho más grave.

Vocabulario para discusiones de pareja: cómo no meter la pata hasta el fondo
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Ni tú, ni él, ni ella, ni el resto de la población se ha librado de afrontar una fuerte discusión con su pareja. Si vas de diplomático y simpático, ¡maravilloso!, pero no hay mucha gente que te crea, ni siquiera tú mismo.

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Ahora que has asumido la realidad y tienes que lidiar con problemas sentimentales de vez en cuando, echa mano del mejor diccionario para estas tesituras, uno con espacios en blanco donde algunas palabras y expresiones han sido dadas de baja. Esto es lo que no tienes que decirle a tu pareja durante una discusión. Si discutes, ya sabes.

“Deberías”

¿Quién te crees que eres? No eres ni profesor, ni padre, ni juez, ni deidad. Si quieres aconsejar, utiliza otras palabras que conquisten los territorios de la diplomacia, donde ayudar a tu pareja no se convierta en reprochar. Con esa palabra, concebida en los talleres de la inoportunidad, atacamos y, en lugar de arreglar, minamos el espacio circundante. Y, sí, la explosión podría estar muy cerca. Si habéis tenido un problema, el “deberías” es una palabra cobarde, pues quieres adjudicar a otro el motivo de la discusión y quedarte con la conciencia tranquila. A lo mejor la culpa era tuya. ¿Sabes cuáles son las 23 discusiones diarias que todas las parejas tienen?

“No me entiendes”

Enunciado para finalizar una discusión victorioso. Más que terminar, lo que provoca ese sintagma es un agujero en la sensibilidad de tu pareja. Como una bola de demolición, tu orgullo y egocentrismo se han cobrado como víctima la estructura de empatía que tu media naranja ha construido a tu alrededor. Después de tiempo habiendo escuchado y comprendido tus historias, hasta el punto de haber conectado contigo como nadie antes; tras una larga travesía por tu tortuosa personalidad y tras haber alcanzado tu confianza, vas tú y destruyes todo para parecer original. Te entiende, sabe lo que te pasa y, probablemente, te conoce mejor que tú mismo, pero tú estás empeñado en hacerte la víctima y salir ganando. Este juego lo tienes perdido, aunque no te des cuenta.

“Haz lo que quieras”

¿Recuerdas cuando te lo decía tu madre? Si hacías eso que querías, supuestamente permitido por la ley que imperaba en tu casa, tenías la sensación de estar traicionando a todos tus antepasados. Si acababas haciéndolo, te esperaba una semana de frases sin entusiasmo, miradas frías (la madre de algún niño malo fue la que congeló el Ártico) y cordialidad que no le pegaba nada a tu madre.

En pareja, esa frase significa “no lo hagas bajo ningún concepto si quieres seguir viéndome el pelo”, seas hombre, mujer o avestruz. Podrías hacerlo y tratar de calmar el asunto después, más aún si buscamos relaciones poco agobiantes, pero esa frase sale en momentos clave. Por ello, ambos os la podéis ahorrar. ¿Para qué jugar con fuego?

“Y lo sabes”

¡Recréate, abusón! Si crees que llevas razón, no hace falta que tu pareja se autohumille sabiendo de esa forma que estaba equivocada. Que entre en razón con técnicas más afectivas es parte de tu trabajo como miembro de ese tándem. No le dejes a su suerte cuesta abajo de cara al río.

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Foto vía Shutterstock: David Pereiras

“Déjalo”

¿También te ha temblado el labio al leerlo? Otra forma cobarde de alejarse de los problemas, quizá porque has metido la pata y no sabes cómo salir de semejante calle sin salida. En estos casos, solo hay una solución: dar marcha atrás y probar suerte por un nuevo camino. “Déjalo” es despectivo e hiriente, e insulta la inteligencia del otro, al que acusas de no entender la vida. Quizá la entienda mejor que tú y no estés preparado para verlo, por eso quieres “dejarlo”.

“Eres…”

¡Atrévete a acabar esa frase!: “eres un encanto”, “eres la mejor persona que he conocido”… Así, sí, pero en una discusión, el “eres…” va seguido de un vocablo doloroso por el que tu pareja se castigará durante mucho tiempo. No juzgues gratuitamente. A nadie le gusta que le saquen los defectos y menos que lo haga la persona que, supuestamente, más le quiere. Guarda tu lengua viperina y no hables antes de causar un mal mayor. El “eres” para momentos tiernos.

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Foto vía Shutterstock: wavebreakmedia

“Te lo dije”

Hachazo, de los que son letales, justo en mitad de la espalda. Esas tres palabras las utilizan mucho los típicos cuñados para alardear de algo a posteriori, cuando ya no hay nada que hacer. Al decir esto, te crees inventor del fuego, sin caer en la cuenta de que tú también habrías metido la pata. Esa frase hará sentir muy mal a tu pareja, quizá demasiado, y acabará por odiarte más de lo que te gustaría, porque provoca una rabia titánica. Empatiza y todo te irá bien.

“Me recuerdas a…”

¿A quién, si se puede saber? ¿A su padre, madre o hermano? ¿A un dictador? ¿A un bebé? En esas circunstancias, ese “me recuerdas” no suele acabar en “Brad Pitt” o “Halle Berry”, sino en un nombre y su faceta más deplorable, ya sea alguien de su familia o Jack El Destripador.

Las comparaciones son odiosas en todos los ámbitos de la vida, tanto en el ámbito laboral y familiar como en el sentimental y sexual. Cuando comparas, la persona criticada pierde su brillo y deja de ser única por un instante. ¿El problema? Tú, que la has rebajado al suelo con ese comentario inapropiado. Si quieres que siga sintiéndose especial, intenta que mantenga la estrella que te ha hecho elegirle/la.

“Cállate”

Una palabra que rezuma violencia y que no nos gusta absolutamente nada. Ahórrate ese feo imperativo aunque desees que su voz se apague durante un rato. ¿Un consejo? Sal de la habitación y toma aire, así dejarás de oírle. Tú no tienes derecho a mandar callar a nadie, menos aún a la persona que más quieres. Además, el lanzamaiento de ese proyectil puede recibir respuesta, pues no todas las personas se intimidan con ella. De hecho, suele ponerlas más furiosas. ¿Te atreves a pronunciarla?

¡Enhorabuena! Acabas de ganar un punto de cara a esas feas discusiones. No pretendemos que las ganes (bueno, cada persona es un mundo), sino que debatáis cualquier asunto sin hacer demasiado daño. Antes de meterte en cualquier jardín, intenta podar para no acabar lleno de pinchazos y descubre los 10 hábitos saludables para un matrimonio feliz.

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