¿Cuántas veces hemos oído hablar de que una de las cosas más importantes en una pareja es poder reír juntos? Es algo tan valioso, que cuando Irene conoció a Paco en una fiesta de cumpleaños y vio cómo la hacía reír aquel hombre maravilloso que tenía delante, supo que sería alguien especial para ella. No imaginaba cuánto. Años después, Paco e Irene se casaban en una preciosa boda fotografiada por Carlos y Patricia de Carlos Aragón fotografía.
Tras una romántica pedida de mano en Las Terrenas (República Dominicana), donde Irene había sido trasladada por motivos de trabajo, ambos comenzaron a planificar una boda que tuvo como escenario el mágico pueblo de Patones de Arriba, en la sierra madrileña.
Especiales fueron muchos de los detalles de la boda, empezando por el vestido de Irene, diseñado y creado por su madre. “Ella es una artista espectacular en la costura”, explica la novia, que recuerda como, juntas, fueron ideando el vestido ideal para ella. “Todo el modelo estaba realizado en encaje de diferentes tonos, muy delicados, con predominio del color cobre sobre tonos blancos. Quería que el diseño tuviese un toque vintage y muy romántico y lo conseguimos en la falda, con muchas capas sueltas que con el viento se veían muy bonitas”, recuerda. Pero sobre todo, lo que hacía especial al diseño fue que madre e hija trabajasen juntas para crearlo: “Juntas compramos las telas y juntas lo diseñamos. Toda la elaboración del vestido fue espectacular y simbólica. ¡Inolvidable!”, recuerda.
Para sus joyas de novia, Irene apostó también por piezas que tuvieran un significado importante para ella. Así, no se olvidó de su anillo de compromiso, de una cadena de oro regalo de su abuela por sus 15 años y de unos pendientes de oro blanco y brillantes, que habían comprado entre su madrina, una de las primas de la novia y el propio Paco.
Los zapatos, uno de elementos más especiales de los complementos de la novia, fueron unos sencillos peeptoes con plataforma de Nine West que permitieron a Irene estar cómoda durante toda la boda. Para el ramo, apostó por la originalidad con un diseño de papel, tipo origami, que aún conserva para adornar su casa. La melena suelta y un maquillaje muy natural, obra de Lola Aragón, completaban el estilismo de Irene.
Por su parte, Paco dejó de lado el clasicismo del chaqué y apostó por un traje de chaqueta, mucho más en línea con el estilo de boda, al aire libre y muy íntima, que querían celebrar y que tuvo como escenario el Lavadero de Patones de Arriba.
Allí, durante la ceremonia se captaron algunas de las imágenes más especiales del día, de la mano de Carlos y Patricia de Carlos Aragón fotografía.
Tras el sí quiero, los novios aprovecharon el mágico enclave de Patones para hacerse sus primeras fotos como marido y mujer, llenas de romanticismo y de muchas, muchas sonrisas.
Mientras, sus invitados empezaban a llegar a la terraza del restaurante El rey de Patones, donde tuvo lugar el convite y a disfrutar de todos los detalles DIY que los novios habían preparado para el gran día. “Hice unos banderines de tela alegres y delicados, y también los menús personalizados a juego con el look provenzal que queríamos, velas y otros detalles. El hecho de que la boda tuviese lugar en la terraza espectacular, con vistas a la Sierra de Madrid, ayudó a que todo se viese precioso y muy al estilo de la boda primaveral y campestre que queríamos”.
Y tras el banquete llegó la fiesta que, para romper con la tradición, no contó con el tradicional baile de los novios, pero que no impidió que tanto Irene y Paco como sus invitados se divirtiesen y bailasen hasta altas horas de la mañana. ¡Enhorabuena a los novios y gracias por compartir vuestro gran día con nosotros!
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