6 temas de conversación que deberías evitar durante las comidas y cenas navideñas

Porque a veces es mejor hablar de cosas bonitas o, mejor aún, callar, comer y rezar porque nadie meta la pata.

6 temas de conversación que deberías evitar durante las comidas y cenas navideñas
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El año tiene multitud de eventos importantes, pero Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo son las reuniones más familiares que se recuerdan. Pero aunque las familias suelen quererse, no todos los integrantes se profesan un amor eterno. En ocasiones, aunque hay cariño, falta una chispa importante para que la relación fluya.

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En estas fechas, esas rencillas familiares explotan como los fuegos artificiales ‘postuvas’, pero de una forma negativa. Y es que hay ciertos temas que sacan a relucir la naturaleza más peligrosa del hombre. De hecho, estos temas tabú también desatan pequeñas trifulcas entre personas que se quieren y respetan, por lo que su poder destructor es mucho más alto del que se piensa. Estos son los temas que no puedes sacar en Navidad bajo ningún concepto, a no ser que busques una tragedia griega en tu salón:

Política

Hay personas que se aman apasionadamente y que pueden liarla por culpa de una discusión sobre política. En estas fiestas, el combate suele enfrentar a jóvenes contra mayores, pero no siempre es así. En estos tiempos que corren, con notorios cambios en la política nacional, el debate se sirve con mayor jugo y en bandeja de plata, para que ninguno se quede sin su merecida ración.

Este tipo de porfías acaban con dos perdedores besando el ring y una sensación horrible de mal rollo en el ambiente. Todos creen llevar la razón y puede que ninguno la tenga. El tema de la política saldrá, ya sea por un anuncio de la televisión (ninguna familia feliz debería dejarla puesta durante la cena) o por un comentario gratuito, normalmente esgrimido por el cuñado de turno, que le encanta tocar la moral a su suegro. En fin, que haya paz y que de los asuntos políticos se encarguen otros. Lo que está claro es que vosotros, gritando e insultando, no vais a solucionar el mundo.

Deporte (fútbol, principalmente)

En España, el fútbol es el deporte rey y la mayoría de sus seguidores (que no todos, que conste), unos fanáticos. Por suerte, los tiempos cambian y estos aficionados empiezan a dejar en el armario el disfraz castizo que sus antecesores llevaban en esas tardes de domingo. No obstante, tanto si en la mesa hay sujetos del mismo equipo como de conjuntos contrarios, el debate sobre fútbol es la mecha más fiable para encender un incendio navideño. Hablar de fútbol con tanto ímpetu es una actividad casposa que hay que evitar. A quien no le guste este deporte, mirará de un lado a otro sin saber qué hacer, esperando la llegada de Papá Noel. Los que discutan, se odiarán por momentos y la reunión feliz acabará por convertirse en un espectáculo lamentable. El fútbol, ni tocarlo.

Enfermedades

Llegados a una edad, el ser humano disfruta con las competiciones más macabras, principalmente de enfermedades. Aunque no sea por competir, saldrán a relucir síntomas, moratones, piernas hinchadas, varices, cataratas, artrosis y ciáticas sin que nadie haya preguntado. Quizá alguien te enseñe los vestigios de su operación de hernia mientras le hincas el diente a un pedazo de solomillo. Tu abuela, que no entiende lo que es el decoro desde que superó la barrera de los setenta, será capaz de sacar todas sus pastillas y hacer un castillo con ellas para demostrar alguna teoría que solo ella entiende.

Después, mentando a los que ya se han ido y entonando frases del tipo “cómo pasa el tiempo”, la hipocondría y la desesperanza saldrán a relucir. El abuelo suele ser el que antes suelte algún comentario sobre su corta estancia en este mundo. Por ello, lo mejor será que este tema quede aparcado o, mejor aún, enterrado.

Los menús de otros años

A nadie le gustan los comparaciones. Igual que tú, lector/a, que recibes con una sonrisa de odio los halagos hacia la anterior pareja de tu chico/a, el cocinero o la cocinera, que habrá trabajado hasta el más mínimo detalle del menú, no querrá ni oír hablar de la cena de otros años, a no ser que fuera peor. Aun así, conviene callarse, pues a todo el mundo le sienta mal saber demasiado tarde que no dio con la tecla en el pasado.

Si no te gusta la cena, sigue comiendo, sonríe y, por supuesto, abre la boca solo para seguir comiendo. Por culpa de los comentarios sobre el banquete, muchas familias han separado sus caminos. No juegues con fuego y cómete toda la crema de marisco sin rechistar.

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Foto vía Shutterstock: goa novi

Los condicionales

Las frases que empiezan por “si…” suelen venir de los llamados ventajistas. “Si me lo hubieras dicho a mí, conozco a un tío que…” y “sí hubierais comprado hace un mes, la cena nos habría salido por la mitad” son algunas de sus frases maestras, protagonistas en el decálogo de cómo no tener educación. “Si mi abuela tuviera ruedas, sería una bicicleta” es un buena oración condicional para dar en los morros a ese sujeto pesado que trata de advertir a posteriori, sobre todo en el tema del marisco que otros han comprado mientras él/ella seguía en el sofá. Las personas que se han trabajado la compra navideña y que han dado el “do de pecho” en la cocina para sacar un menú interesante no merecen ni medio ‘pero’, por mucho que los langostinos sepan a amoniaco.

Estos son los temas que deben quedar en la puerta de la casa antes de acometer cada uno de los acontecimientos navideños. La vida tiene suficiente sustancia como para pensar en cosas malas, aunque solo sea por no provocar hecatombes familiares. Seguro que lo pasáis fenomenal. ¡Felices comidas y cenas! Y suerte, mucha suerte.

Y hablando de los temas de conversación que deberías evitar, no olvides las 6 conversaciones que deberías tener con tu pareja antes de casaros o las “pequeñas” complicaciones de las cenas de Navidad.

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