9 perlas que piensas durante cualquier boda pero que jamás podrás decir en voz alta

Cuando estás en un evento que requiere cierto protocolo, las apariencias y los pensamientos no suelen ir por el mismo camino. De hecho, quizá sea uno de los escenarios donde se respire mayor falsedad, casi siempre empujada por la educación y el “quedar bien” que deben primar en estos actos. Sin embargo, en esta ocasión, vamos más allá y analizamos los pensamientos más oscuros que circulan por la cabeza de una persona en una boda, aunque no puedan decirse bajo ningún concepto. ¿Te sientes identificado?

“Van hechos un cuadro”

La indumentaria de los novios no siempre va a ser digna de Pasarela Cibeles. Créenos, el estilo no es una virtud tan fácil de adquirir y hay personajes que jamás se han topado con él, ni siquiera por casualidad. Por ello, en lugar de recrearte en la mentira con frases de manual, intenta no hablar del tema. Tampoco hace falta hacer sangre y levantar tufillo sobre tus verdaderos pensamientos.

“¿De verdad es divertido que un invitado aleatorio tenga que dar un discurso sorpresa?”

Este es uno de los grandes errores de las ceremonias con total libertad. Si, además, el novio o los organizadores tienen un sentido del humor especial, las posibilidades de encontrarte en esta situación serán mayores. Porque quizá escuches tu nombre y tengas que recorrer los fatídicos metros que te separan del oficiante. Y, quizá, solo quizá, tengas que dar un discurso sin preparar. Los novios pueden no saber que hablar en público es uno de tus traumas infantiles y que ese momento puede provocarte un principio de infarto, pero no puedes decir nada. Lo importante es que pienses algo bonito para tu público y que haga referencia a los novios, sin que los nervios provoquen la aparición de improperios y verdades hirientes.

“¿Cuándo acaba este petardo?”

Si una ceremonia en una iglesia suele alargarse más de lo que soportaría tu paciencia, en una boda civil el asunto puede salirse de madre. No solo hay una mayor representación musical que puede acabar agotando al personal, sino que la intervención de diferentes personalidades (primos, tíos, amigos del colegio, etc., etc., etc.), normalmente muy poco duchas en el arte de la oratoria, pueden prolongar el asunto hasta el hartazgo.

“No van a durar ni un año”

Aunque la cantidad de tiempo puede variar, siempre habrá algún invitado (o varios) que no “dé dos duros” por esta relación, más aún si la cosa se ha puesto tan seria. Quizá no andes desencaminado por las andanzas de alguno de los dos o por las broncas que habéis tenido que soportar como colegas, pero cuidado con la persona escogida para dar tu opinión. ¿Y si ese chaval inocente que bebe Fanta de limón es su primo favorito?

“Este cubierto no llega ni a cien euros, pero seguro que dan la vuelta al mundo con el pastizal que he puesto”

La comida es casi lo más importante de una boda, o al menos lo que los invitados más van a recordar. Y no te extrañe que el cocinero no siempre sea un cuidadoso Ferran Adriá de la vida. En general, el espacio determinará muchas veces la calidad de la comida, por lo que, si observas un mobiliario del año de la polca, no esperes la mayor de las delicatessen. Sí, quizá pagues de más por un cubierto que no merece ni una punta de estrella Michelín.

“¿Para cuando el final de las tradiciones casposas?”

Hay bodas de todo tipo y no todas están inscritas en uno de los estilos revolucionarios que te hemos mostrado en Zankyou. Algunas, por desgracia, siguen el estereotipo de las bodas de mitad del siglo pasado. Si alguien quiere cortar la corbata al novio, sonríe y sigue bebiendo tu copa de champán, pero no le hagas quedar como el ser prehistórico que es. También puedes seguirle el rollo y quedar bien.

“Falta Jägermeister y bebidas que no me destrocen el hígado”

Aunque las bodas suelen contar con barra libre, quizá haya marcas que eches de menos o de las que te quieras aprovechar al no tener que sacar la cartera. No digamos las estrellas de los chupitos, como el tequila o el Jäger. Esto es una fiesta que se celebra para quedar bien con los invitados, pero tiene bastante poco de desfase a lo American Pie.

“¿Y yo qué hago con esto (en referencia al regalo/recuerdo para invitados)?”

Nunca dirás a tu amigo recién casado que esa figurita con el nombre de los novios no te servirá ni para guardarlo en un cajón. Sonríes y te callas, como mandan los cánones en estos eventos. Aunque tampoco te gusten los regalos típicos que incluyen tabaco y alcohol, quizá te venga bien una dosis de esos manjares para pasar el mal trago.

“Este DJ ha salido de Cuéntame“

Es muy difícil que llueva a gusto de todos en una boda en materia musical. Lo mejor es picar de varios géneros e intentar alcanzar el equilibrio musical, con música “de petardeo” (como el reggaeton) para empezar y algo de rock de siempre para terminar. En el medio, ya sabes, canciones de ayer y de hoy que puedan dibujar una sonrisa general. Pero si el DJ se ancla en el pasado (cerca de la Edad de Bronce), quizá tengas que comerte un sinfín de temas firmados por Rafaela Carrá, Georgie Dann o Elvis Crespo. Y, encima, tendrás que bailarlos.

En una boda tienes que ser educado pase lo que pase. PASE LO QUE PASE (y esto puede ser lo peor). Pero siempre habrá anécdotas para contar después. ¡Algo es algo!

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