Pasado y presente son períodos que triunfan juntos, sobre todo en los tiempos que corren. Mantener el recuerdo y soñar a lo grande caben en el mismo espacio, en el mismo plato, en la misma decoración… Las Fincas del Negralejo disfruta de esta poderosa simbiosis y el resultado es evocador, un deleite para novios e invitados.
Un recuerdo que perdura
La Casa Palacio fue la primera etapa de esta finca dedicada a celebrar bodas. Entonces, allá por 1780, el edificio se erigía como una casa de campo para una familia de nobles, el descanso perfecto de la vida ajetreada de la capital. Sus amplios exteriores y buena tierra enmarcaron el espacio en el ámbito de la agricultura, disciplina provechosa hasta el reciente 1980. Seis años después, surgió el Las Fincas del Negralejo como se conoce hoy en día, un complejo centrado en la unión del palacio, la finca y la gastronomía. Como condición, el núcleo mantendría la esencia de la tierra que le vio nacer, y así ha sido desde entonces. El resto vuela en la imaginación de sus novios.
Espacios inigualables
Los exteriores e interiores de la finca casan perfectamente, sin grietas, y pueden albergar entre 10 y 1550 personas. Fuera, diferentes ambientes, plantas, árboles… Un festival de vegetación que se alarga por todo el recinto, creando una atmósfera que transporta a los jardines palaciegos del siglo XVIII: elegantes, bellos y ricos en colores. Dentro, la historia irrumpe y comparte ubicación con los nuevos tiempos. En ambos casos, las bodas íntimas y multitudinarias tienen su espacio reservado, así como de cualquier estilo (desde tradicionales hasta rural chic).
No obstante, el aspecto clásico y auténtico toman partida y sobrevive en cada uno de los rincones, repletos de sorpresas: chimeneas, techos, lámparas, muebles… Todos los detalles mantienen una esencia de época y se incluyen en las 11 estancias acondicionadas para celebraciones con vida y estilo, desde bodegas hasta graneros perfectamente adaptados a eventos de toda índole. Los enlaces religiosos, posibles en la ermita, y las celebraciones civiles, organizadas en cualquier escenario de la finca, son complementos ideales para el gran día si los novios deciden dar el “sí, quiero” en el recinto.
Gastronomía de bandera
Según los responsables de la finca, la gastronomía es uno de los pilares que sustentan la esencia de Las Fincas del Negralejo. Así pues, su cocina, de corte vasco-castellana, es una melodía para el gusto. Platos cuidados, estudiados, suculentos y presentados con arte visual de categoría. Carnes, pescados, cremas y postres reciben la mano maestra de sus prestigiosos cocineros, que trabajan con dedicación en las propias cocinas del complejo. Cóctel y convite son elementos esenciales en una boda y el equipo del espacio controla cada detalle.
Trato personalizado y reservas
Las inmejorables instalaciones y la buena comida cierran el trío de ases con un servicio cercano, que derrocha amabilidad y que ayuda a sus clientes en todo lo que puede. También ofrecen promociones especiales en diferentes épocas del año, aunque mayo, junio, julio, agosto, septiembre y octubre son sus momentos de mayor esplendor. De hecho, la reserva debe ser de al menos un año si se opta por la temporada alta, aunque el resto de meses resultan igualmente encantadores en un escenario como tal.
Servicios extra
Aunque cuentan con una gran selección de proveedores asociados, el complejo brinda total libertad para contratar a los proveedores que los novios necesiten, a excepción del catering y el DJ. En este sentido, sus espaldas están perfectamente cubiertas y aseguran el éxito. Además, guarda convenios con hoteles cercanos y prepara un broche final impresionante para sus novios: ¡noche de bodas en la suite de un hotel de lujo!
Recuerdos, calidad y autenticidad conforman la gracia de Las Fincas del Negralejo, el tríptico con el que se arman las grandes historias de novios.
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