Tuve el privilegio y el honor de acudir a Barcelona Bridal Week hace escasas 2 semanas y estoy deseando contaros cómo fue todo.
Es cierto que todos los medios nupciales se han visto invadidos estos días con las fotos de los desfiles, pero lo que seguro no habéis visto son las fotos del backstage, donde la actividad es mucho más frenética y, por ende, mucho más interesante.
El backstage, ese espacio trasero oculto al público, pasa de la calma al frenesí en cuestión de minutos, y ahí reside parte de su encanto. El tiempo se mide al milímetro, por lo que un retraso de maquillaje o un desfile demasiado largo (más de 30 vestidos), impiden que el resto del día funcione con normalidad.
Pero el backstage no sería nada sin las modelos. A su llegada cada mañana derrochaban estilo streetstyle por una pasarela improvisada a su antojo. Se dirigían directamente a la sala de MAC y REDKEN para, según las órdenes de cada diseñador, preparar el look de su rostro y de su peinado que, al igual que los vestidos, también se va a mirar con lupa. Eché de menos alguna modelo asiática, pues en esta ocasión prácticamente todas ellas eran europeas.
Mientras, ajenas a todo, ocultan su monotonía del momento, o la soledad paradójica del mismo, en las redes sociales instaladas y tatuadas en su teléfono móvil de última generación. A veces son admiradas, pero otras desde fueran parecen títeres dirigidos al antojo de otros.
Y del maquillaje a la prueba, asignación y ajustes de vestido (conocido como fitting) o a la propia preparación para el desfile. Allí descubres que les encanta sacarse fotos, que están acostumbradas a que las vean desnudas, que tienen los pies llenos de heridas y tiritas (la mayoría de las veces, los zapatos no son de su talla) y que pocas veces se quejan.
No deja de fascinarme y sorprenderme, porque me resulta incomprensible, el hecho de que antes del desfile, el día anterior incluso, bloggers y otros medios digitales con el móvil cargado a punta de Instagram, tengamos acceso a los vestidos y no haya inconveniente en poder fotografiarlos y desvelar el secreto de la colección. Es como si el día antes de la boda, la novia cuelga en su twitter una foto del vestido colgado en su habitación, en lugar de esperar a desvelarlo en el pasillo camino del altar. No lo comprendo, aunque yo también como blogger participe de esa circunstancia.
Antes de salir a escena, observan con atención las instrucciones que ha dado cada diseñador: desfilar despacio, parar metro y medio antes del fin de la pasarela, sonreír a los fotógrafos… cada creador tiene su estilo. Y mientras esperan, posan para los fotógrafos esperando que la fotografía de ese instante dé la vuelta al mundo como lo han hecho otras muchas del backstage.
Medio metro antes de la mirada atenta del frontrow (primera fila) y de las posteriores, maquilladores, peluqueros y personal de vestuario realizan los últimos retoques a los desperfectos que haya podido causar el quita y pon de los vestidos. Los más bajitos, se encaraman a taburetes pues la altura de las modelos y los tacones no albergan margen para más opciones.
Cuando el desfile empieza a funcionar, verlo desde dentro puede llegar a ser hasta más interesante que hacerlo cómodamente desde tu asiento asignado. 20 minutos, solo 20 minutos de gloria que pasan de forma impercatable si lo que te gusta es, sencillamente, perderte entre profesionales y observar el jaleo.
Nos vemos en BBW 2015.
Un abrazo, Ana.
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