Era la última boda real de esta generación y no ha decepcionado: la boda real de Guillermo de Luxemburgo y Stéphanie de Lannoy ha servido para que las casas reales hayan vuelto a lucir sus mejores galas, y para que las mujeres soñemos un poco más con el cuento de hadas perfecto.
En torno a las 10 de la mañana empezaban a llegar los primeros invitados. Sin embargo, la máxima expectación llegaba en torno a una hora más tarde: es en ese momento cuando el príncipe Guillermo entraba en la catedral del brazo de su madre y madrina de la boda, la Gran Duquesa de Luxemburgo, al tiempo que la novia partía hacia la iglesia en el bordo de un coche de bodas Daimler DS 420 de color azul, digno de la realeza.
La llegada de la novia, puntual, se producía minutos después y desvelaba el secreto mejor guardado de toda boda: el vestido de la novia. E, igual que sucediera ayer con el modelo de Chanel escogido para la boda civil, Stéphanie de Lannoy no decepcionaba. Vestida con un espectacular diseño de Eliee Saab de encaje de color marfil, bordado con hilo plateado, manga tres cuartos con encaje y un velo de tul de seda a juego bordado con hilo de oro, la novia dejaba a todos boquiabiertos.
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Otro de los detalles que revelaba la llegada de Stéphanie de Lannoy era el de las joyas de la novia. Rompiendo todas las quinielas que hablaban de una tiara perteneciente al ducado de Luxemburgo, la novia optaba por una diadema familiar, que ya lucieron sus hermanas y sus cuñadas en el día de su matrimonio.
La joya, compuesta por 270 brillantes insertados en platino, y coronada en el centro con un diamante en forma de pera invertida, ha sido una manera de homenajear a la madre de la novia, fallecida hace tan solo unos meses.
Complementaba sus joyas con unos precisos pendientes de brillantes en forma de lágrima y con un ligero estilo vintage, muy favorecedores e ideales para su peinado y la forma de su cara.
Los detalles del vestido
Eliee Saab es uno de los diseñadores favoritos de la novia, y ha confiado en él para uno de los días más importantes de su vida. El modelo no ha decepcionado. Digno de toda una princesa, el vestido que ha llevado Stéphanie de Lannoy está bordado con lentejuelas transparentes – 200 madejas de tamaño y texturas diferentes, más de 80.000 cristales transparentes, 50.000 cuentas y más de 10.000 metros de hilo bordado, cubiertos de plata, tal y como ha informado en un comunicado el propio diseñador.
El modelo elegido por la nueva princesa tiene 2,50 metros de longitud, aunque una segunda cola abarca el tamaño completo de 4,50 metros. El velo de tul de seda mide 5 metros. Doce capas de tul forman la voluminosa falda del vestido.
Para elaborar el vestido, se han necesitado 3.900 horas de trabajo y la mano de obra de 10 costureras. Entre los diferentes tejidos que el diseñador ha utilizado se encuentran 50 metros de encaje Chantilly, 40 metros de encaje de Calais, 30 metros de organza, 70 metros de tul, crêpe de seda y 15 metros de tul de seda para el velo.
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