Celebrar una boda en un parque en medio de una ciudad. Esa es la boda que habían soñado Alba y Carles y también es la boda que llevaron a cabo. Juntos, con sus familiares y amigos, confiando como fotógrafos de boda en Roberto y María y a la vista de todos los que en ese momento disfrutaban de un momento relajado en medio de la ciudad, se dieron el “sí quiero” en ese parque simbólico para ellos.
Como en cualquier enlace, la llegada de los novios causó revuelo entre los presentes. La mayoría de las personas que los vieron llegar, testigos involuntarios de su boda, se quedaron atónitos. Otros, los saludaban y les deseaban suerte.
La llegada de la novia fue un momento especial. De pié en medio de una explanada en la que se había improvisado el altar para la boda, Carles observaba a Alba en uno de los días más importantes de su vida.
Sentados en un banco de piedra blanco, con un concejal frente a ellos, comenzó la ceremonia. Fue un acto distendido, con sonrisas, miradas de complicidad entre la pareja y, por supuesto, con el emblemático intercambio de anillos entre los novios. Todo ello, captado en todo momento por los objetivos de los fotógrafos Roberto y María que tampoco se olvidaron de resaltar el marco incomparable que tenían a su alrededor.
Tras el beso de los recién casados, le tocó el turno al arroz, los pétalos y las felicitaciones de los presentes, ya fueran amigos, familiares, o simplemente personas que se cruzaron con ellos en su paseo por el parque.
Alba y Carles cumplieron su sueño de celebrar su boda en un parque, un escenario no convencional para una pareja nada convencional. Y tú, ¿te casarías en un parque o prefieres un hotel para bodas en Madrid?
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