Cómo sobrevivir a una boda si eres soltero

Vale, eres single, molas mucho, eres la chica más guay y ligona del momento o el tío más solicitado en todas las fiestas. Eres la ama o el amo, sin duda. Nadie te puede toser porque eres la envidia de todos (o eso crees).

Pero, en las bodas, ¿qué haces con tu vida? Mientras muchos observan un panorama maravilloso para dar rienda suelta a la soltería, otros se lamentan por no tener pareja y un posible futuro sin campanas de boda. Porque, aunque quieras acabar soltero/a o no pasar por el altar, es en estos momentos cuando más sale a pasear la nostalgia y el espíritu de cuento de hadas.

¿Cómo se sobrevive a una boda siendo soltero? Hay muchas formas y te las vamos a contar (y Julia Roberts sabe de qué hablamos).

Abran paso, que aquí estoy yo

En este caso, las bodas no te amargan, sino que te motivan. A ojos de la gente no eres esa persona que está sola en la vida, sino alguien que disfruta de su independencia, de darlo todo en cualquier escenario y que ha hecho del carpe diem su filosofía vital. Hay leyendas escritas sobre ti en los anales de la historia, ya sea por tu fama de Casanova o por tus idas de olla en todas las fiestas. Eres Carrie Bradshaw; eres Batman. Y, por supuesto, una boda es sinónimo de poder “pillar”, de meter fichas a diestro y siniestro. La noche es tuya.

Sin embargo, en muchos casos, el asunto es muy diferente. ¡Sigue leyendo!

Cómo ir a la boda, un auténtico drama

Si vas de guay por la vida, podrás coger el coche, el bus o la moto (una Harley o Chopper si quieres mantener tu apariencia de Erin Brockovich o Danny Zuko) sin problemas. Pero si vas en modo pesimista… ¡prepárate para sufrir! Porque no podrás ir por tu cuenta: tus colegas se ofrecerán para llevarte con ellos y ahorrar en gasolina. Hasta ahí, todo muy guay y ecológico, pero la llegada al lugar de la boda apunta a drama: cuando salgas del coche, seguramente de la parte trasera del mismo, más que un amigo parecerás el hijo de tus colegas. Fatal.

Ceremonia sin complicidad

La ceremonia de una boda es un momento bastante encantador. Aglutina los instantes con mayor emotividad por las palabras del oficiante o sacerdote, las lecturas, la música y las palabras sensibles de los participantes. En esos momentos tan pastelosos, uno se fija en su pareja o piensa en ella, tanto en el presente que están viviendo como en el futuro que está por delante.

Tú, soltero o soltera, y con parejas en la recámara de tu vida sentimental, seguro que lanzas la mente al pasado y esta vuelve con una bofetada de realidad. No tienes nadie en el presente en quien poder fijarte, así que te limitas a sonreír y a esconder tu severidad tras las gafas de sol. Si la boda es en interior, limítate a mirar a los novios.

Un cóctel como “vaca sin cencerro”

Junto con el momento fiesta, este es el episodio más lamentable para un soltero en una boda. No sabes ni a dónde ir ni con quién hablar, pues hay grupitos formados por parejas petulantes que no necesitan una nota discordante como tú. Irás de un lugar a otro, perdido y solo, como Vincent Vega en Pulp Fiction con el abrigo en la mano.

En algunos momentos, el sexismo sale a relucir y chicos y chicas se dividen; en los grupos más evolucionados, se juntarán los amigos sin importar el sexo. No importa: deja de esperar y aprovecha el momento para meterte en esos círculos sociales. En las bodas familiares, la incursión de un soltero entre las parejas no es tan llamativa, pero tampoco es que sea Disneyland.

¿Con quién me siento?

En una boda, las parejas van en pack, como los yogures. Y tú, que quizá seas un Actimel a la deriva, necesitas una mesa en la que sentarte y comer. Si tienes suerte, te sentarás en la mesa de primos, tíos o amigos en las que no hay discriminación por tener o no relación sentimental. Y podrás hablar con ellos (yuhuuu).

Sin embargo, si no estás definido dentro de un grupo concreto, quizá te sientes en la mesa de solteras y solteros, normalmente reservado a personas que” ni pinchan ni cortan”. Y entre ese público puede haber gente que intente ligar entre sí, generando un clima divertido, o que esos solteros sean más ancianos que maduros y maduras.

Porque una boda es genial para aparentar y mostrar, pero si no tienes nada que enseñar, lo mejor es que te quedes en una esquina degustando una naranja. Quizá sea el momento más humillante para un soltero, pero con dignidad se puede llegar a cualquier sitio (e intenta no hablar demasiado con ese tío del novio que no tiene pareja por su afición a la ornitología).

Vaya, esos parecen felices

A estas alturas, tu eres Bridget Jones o el triste de Virgen a los 40, es decir, una persona con mala suerte en el amor que, al mismo tiempo, vive con la necesidad desesperada de estar con otra para ser feliz. Así, en estas circunstancias, te limitas a apreciar la felicidad ajena al borde de la lágrima, un cubata en la mano y la corbata a medio abrochar o el rimel en formato panda.

Bailar contigo mismo

Seguro que bailas en algún momento con la novia o con el novio, dependiendo de tu grado de afinidad con ellos. También con tus padres, tu abuela y con esa prima pizpireta que ya se ha pasado con el Jägger. Genial, ¿y ahora qué? Puedes bailar tú solo, como ya te enseñaron en la película Hitch, o como parte de un grupo que ha hecho el típico corrillo. Pero no te engañes, chaval/a: las parejas se acercarán en algún momento, bailarán juntos y se besarán a pocos centímetros de tu triste cara. De esta manera, quizá la relación más fructífera de tu noche será con el camarero o camarera, que te proveerá de copas mientras algún otro desesperado/a te visita por esos lares.

No te emborraches demasiado

Coger el punto es prácticamente obligatorio para darlo todo en una boda. De hecho, será difícil pasar a mayores tras la pitanza de aperitivos varios, pescado, carne y tarta que te habrás ventilado en los prolegómenos de la fiesta. Pero hay muchos que consiguen el premio en el concurso “acabar como las Grecas”, algo que debes evitar si practicas el arte de la soltería.

Puedes estar inspirado/a, gracioso/a y artístico/a, con la desinhibición como arma de fiesta masiva, pero si no es el caso, quedarás como el amargado/a, desesperado/a y liante/a de turno. Te pondrán la etiqueta de “borrachín” y triste. Huye de todo eso y habla con tu abuela (estará sentada con el bolso sobre las piernas), que será mejor para tu reputación.

Ser soltero o soltera no es malo, ni mucho menos, pero en las bodas pueden salir sentimientos complicados a relucir. Las personas deberían ser felices disfrutando de su independencia siempre, pero hay momentos para todo. ¡Ten cuidado!

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