Existen pocas mujeres que tengan una comunicación fluida y sin dobleces con la madre de sus novios o maridos. Los desencuentros se producen tanto en el parentesco suegra-yerno como en el parentesco suegra-nuera aunque es en este último donde ocurre con mayor frecuencia y con más intensidad.
Es cierto que la forma de relacionarse entre ellas ha ido cambiando con los años, ahora tenemos formas de acercamiento menos rígidas que antaño, se ha ido estrechando la gran distancia que había antiguamente entre la suegra y la nuera. Pero todavía hoy conservamos algunos patrones de comportamiento que se repiten de generación en generación, y parece poco probable que vaya a cambiar, pues lo que producen estos enfrentamientos son los cambios que se dan en las estructuras familiares cuando la nuera entra a formar parte del sistema familiar.
Podríamos decir que las desavenencias que pueden surgir entre suegra y nuera se pueden dividir en tres grupos:
1. Por los afectos
La lucha por los afectos se observa cuando las suegras temen perder el amor de su hijo. En una relación armoniosa la madre intentará conocer bien a su nueva nuera o yerno y se convertirán en aliados en el interés de hacer que el hijo sea feliz. Si la relación suegra-nuera es difícil, la primera se dejará llevar por sus miedos y se entrometerá, competirá, a veces de forma digamos “antideportiva”, y se empeñará en desprestigiar a la nuera de cualquier manera para conseguir que su hijo la siga prefiriendo.
2. Por los roles
Después tenemos la lucha por los roles consiste en un cambio en el lugar que ocupa una madre en la vida de un hijo cuando éste tiene una pareja. Y la madre se ve desplazada de su rol habitual de “mujer de referencia”. Cuando la relación es buena, la madre entiende y sabe, por propia experiencia, que una pareja puede ser un vínculo preferente pero nunca excluyente de la relación con tus padres. Y sencillamente va ocupando ese nuevo lugar en la vida de su hijo. Una relación insana conlleva la no aceptación por parte de la madre de que su hijo tiene ahora otra “mujer de referencia” y una vida independiente de ella. Si hasta el momento el hijo ha estado muy unido a ella, y sus opiniones tenían mucho peso (decoración de la casa de soltero, lugar donde vivir, etc) es muy difícil aceptar que en adelante habrá otra persona que ocupará ese rol de consejera, cuidadora, compañera, etc.
3. Por las competencias
Y la última es lucha por competencias que consiste en que durante muchos años las madres han ayudado a sus hijos a superar muchísimos obstáculos y lo han hecho de la mejor manera que han sabido, se han acostumbrado a una forma de “hacer” que en líneas generales ha funcionado. Ahora, una opinión diferente sobre cómo se hacen las cosas entra en juego y ahí se produce la lucha. Cuando la relación es buena, las suegras, aceptan y respetan que hay otras opciones que son perfectamente válidas y eligen por seguir acompañando con su sabiduría a su hijo y su nueva pareja pero sin imponer su criterio. En cambio, en las ocasiones en que la relación es disfuncional, las suegras son muy exigentes tanto con la persona que comparte la vida con su hijo cómo con su forma de hacer. La manera en que las nueras hacen las cosas suele ser observada con lupa y criticada a veces con dureza, ya sea como herramienta para recuperar los afectos que creen perdidos o sencillamente porque creen que para que su hijo sea feliz la persona que lo acompaña debe hacer las cosas como se las ha hecho su madre siempre.
Estas tres luchas pueden ser perfectamente comprensibles desde un punto de vista humano. Se puede entender que una mujer quiera que su hijo la quiera, también que quiera tener un lugar en su vida y que le preocupe el bienestar de su hijo tanto emocional como físico.
Es problema viene cuando las madres se dejan llevar por el miedo y se imaginan los peores escenarios posibles, donde sus hijos desaparecen de sus vidas, apenas ven a sus nietos y se quedan completamente solas. Y consecuentemente para evitar esto se ponen manos a la obra y, a veces de manera inconsciente, le declaran la guerra a la recién llegada o el recién llegado provocando así en muchos casos aquello que precisamente querían evitar.
Sin embargo, hay que decir que cuando estás en el lugar de la “recién llegada” y puedes tener una relación sana con tu suegra es algo muy hermoso, porque cuentas con una mujer que puede ayudarte muchísimo a que la relación con tu pareja sea mejor. Ella le conoce bien y le quiere. Además es de gran ayuda sentirse aceptada por esa figura que tanto significa para tu novio o tu marido, pero si la relación que tienes es más bien complicada debes duplicar el esfuerzo, mejorar todos los recursos con los que cuentas para conseguir que haya al menos cierta armonía.
Estas son las seis claves para que la relación con vuestra suegra pase de la versión insana a la sana o al menos que se mantenga en una “neutralidad llevadera”.
- Asertividad: comunicarse con ella en un mismo nivel de autoridad, ni por encima intentando avasallar ni por debajo dejando que te avasalle.
- Respeto: dado que es una de las personas más importantes para tu pareja el respeto a ella y lo que representa debe ser siempre máximo.
- Firmeza: con cariño, aprender a poner los límites de dónde no quieres que intervenga y dónde no te importa o incluso agradecerías consejo. Hay que tener en cuenta que es una relación que se construye sin que ninguna la elija y el trabajo para que sea una buena relación se debe hacer por ambas partes.
- Diálogo con tu pareja: ocultar sentimientos o cosas que han ocurrido no suele tener buen resultado, habla con tu pareja todo lo objetivamente que te sea posible, comparte tus inquietudes, trata de ponerte en su lugar pero reclama el respeto por tus puntos de vista. A veces es difícil para el hijo o la hija darse cuenta de que su madre no tiene la misma influencia sobre ti que sobre ellos mismos.
- Delegar los temas delicados: para ciertas cosas es mejor que sean los hijos los que hablen con sus madres, en privado, para no herir susceptibilidades. Por mucha confianza que tengamos habrá mensajes que una madre reciba bien de su hijo pero no tan bien de su nuera.
- Empatía: tratar de ponerte en sus zapatos puede ayudar bastante a la hora de entender determinadas reacciones y puede ser de gran ayuda a la hora de decidir cómo hacer frente a ese comentario que no te ha gustado.
Como antes mencionábamos es una relación entre dos personas que no se eligen mutuamente, que tienen un ser muy querido en común y por tanto deben tratar de entenderse. Es un trabajo a largo plazo, la relación con el tiempo irá modificándose, y se adaptará a la llegada de los nietos, y/o al paso de los años. Sentar una buena base armónica y respetuosa cuanto antes te reportará grandes satisfacciones en el futuro.
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