Bases sólidas
Una relación sólida ha llegado a ser tal gracias a los momentos de inestabilidad vividos en el pasado. Es como cuando apreciamos más la felicidad porque hemos conocido la tristeza o el alivio porque hemos conocido el dolor. Cuando sabemos que nuestra relación tiene una base fuerte formada por altos y bajos, por pensamientos comunes y discrepancias toleradas, puntos de unión claves y diferencias respetadas; todo ello regado con una potente mezcla de los mejores sentimientos del mundo, somos conscientes de que puede ser para toda la vida.
Intuición científica
¿Hay un momento clave que nos indique esta condición vitalicia? No es que haya sólo uno: hay muchísimos. A veces, los pasamos por alto o no les damos importancia porque estamos acostumbrados, pero son esos pequeños detalles, esos momentos clave los que nos hacen estar seguros, los que nos llevan a afirmar tranquilos que sí: es la persona que quiero para toda la vida.
Si echamos la vista atrás y vemos cuánto hemos crecido juntos, lo que éramos y lo que somos ahora, será cuestión de segundos darnos cuenta de que hemos llegado a ser lo que somos porque hemos ido creciendo a la vez. El ritmo en el crecimiento de la pareja tiene que ser el mismo porque si no corremos el riesgo de desequilibrarnos.
Recuerdos de ayer
Recordamos el inicio, cómo fuimos dejando entrar en nuestra vida a un -hasta entonces- extraño y que, incluso hoy, sigue siendo -por momentos- un desconocido. No pasamos por alto los momentos malos ya que son las piedras más fuertes de la base que nos sujeta: los sacrificios que hemos hecho y que han hecho por nosotros, la distancia que nos ha obligado a echar de menos llevándonos incluso al olvido, las peleas que hay que resolver antes de ir a dormir porque de lo contrario al día siguiente te sientes como salido del cubo de la basura… Y sabes que absolutamente todo ha valido la pena.
Un “YO” en mayúsculas
Podríamos seguir desgranando los detalles que hacen singular y que a la vez comparten tantas relaciones, pero hay un principal motivo, una razón indudable que reside en ti: no necesitas a nadie para ser feliz, para tener una vida plena, para sentirte completa… porque ya lo estás. Tú eres una persona independiente y es a ti a quien te encontrarás todos los días de tu vida delante del espejo. Solo cuando nos hayamos trabajado mucho a nosotros mismos, podremos encontrar la plenitud en cualquier relación: familiar, amorosa o de amistad.
Un secreto a voces
Cuando sabemos que esa persona es la que queremos para toda la vida, desechamos todo lo que sobra, lo que no aporta nada.
Cuando sabemos que esa persona es la que queremos para toda la vida, la palabra vida cambia de significado, el pasado tiene su porqué y el futuro es siempre el presente.
Cuando sabemos que esa persona es la queremos para toda la vida, no tenemos un plan B porque somos nuestro único plan, nuestro irremediable e infinito plan A.
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