Fondant, ganache, cobertura, escarchado… Frosting. La palabra lleva ya varios años dando vueltas dentro de los círculo de repostería, aunque no se popularizaba del todo hasta el auge del cupcake: el glaseado convencional, con clara de huevo y azúcar glas, entraba en una nueva dimensión gracias a estos pequeños pasteles en miniatura, al incorporar a la mezcla de agua y azúcar otros ingredientes, como crema de mantequilla, queso, glicerina o colorantes, capaces de transformar una sencilla magdalena en una pequeña obra de artesanía.
Las posibilidades decorativas del fondant se convertían en la mejor baza de la repostería nupcial, con abanderadas como Martha Stewart, quizá una de las personas que más haya hecho por popularizar este tipo de cobertura, sentando una de las tendencias más potentes de la pastelería de bodas en los últimos diez años.
Una tendencia que, como todas, ha tenido su correspondiente ‘efecto boomerang‘, llevando a los expertos a recrear el completo opuesto de la icing trend. El resultado: el naked wedding cake, un tipo de pastel de bodas que prescinde enteramente del glaseado, y cuyo encanto reside en dejar al descubierto las diferentes capas de bizcocho y relleno, casi como una declaración de intenciones.
El diseño es muy simple y mucho menos ostentoso que una tarta de bodas tradicional, y funciona a las mil maravillas con las bodas de perfil low-cost, vintage y DIY gracias a su aspecto rústico y casero. El pastel reduce su fórmula a tres elementos base, respetando la misma estructura que en una tarta de varios pisos: sus correspondientes capas de bizcocho súper esponjoso, relleno y topping permiten acabados con frutas de temporada, flores comestibles, caramelo, miel o una nota de merengue o nata batida, y convierten a la tarta de bodas en el centro de todas las miradas.
Indispensable, eso sí, elegir con cuidado el tipo de bizcocho, ya que dependiendo del sabor con el que se confeccione cada capa el pastel tendrá un color u otro: las bases deben cocerse de forma muy cuidadosa, teniendo en mente que el resultado final no dependerá tanto de la decoración como del momento de cocción: no es lo mismo el color tostado de un bizcocho de chocolate que el tono marfil de uno de vainilla. El naked wedding cake se disfruta no sólo en el paladar, sino también sobre la mesa.
Tienes que tener en mente que este tipo de pastel deja todo al descubierto, así que, en lugar de disimular cualquier imperfección con la cobertura original, lo mejor es dejarse llevar por el encanto ‘inacabado’ de la receta, añadiendo un toque rústico al bocado final del banquete de bodas.
¿Has visto los naked cakes de Oh! my Cake? No te pierdas las propuestas con cobertura y los cupcakes de The Jewel Cake Company y Think Sweet.
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