Aunque para muchas personas el estudio de una oposición es algo que se recuerda con horror, hay ocasiones excepcionales en las que Cupido aprovecha la situación para hacer de las suyas. Eso fue lo que les sucedió a Patricia y Gonzalo, protagonistas de una historia de amor, con pedida de mano en Brujas incluida, que culminó en una bonita boda retratada por Lucía Romero fotografía.
Para su gran día, Patricia tuvo muy claro desde el primer momento lo que quería: lucir el vestido de novia que antes había llevado su madre el día de su boda. La elección no pudo ser mejor: el modelo, en color blanco roto y realizado en organza de seda natural con detalles bordados, realzaba la belleza de Patricia y le daba un toque muy romántico. Como joyas, su anillo de pedida, unas perlas australianas y un colgante de la joyería Pérez (Madrid).
Como cualquier novia, Patricia no descuidó sus zapatos, decantándose por un modelo en color gris perla de la firma Lodi; ni su ramo de novia, realizado con liliumshelvetia blancos, calas mini amarillas, rosas amarillas, lisiantus blancos, puntas de lisiantus y botones verdes pequeños.
Para el maquillaje y la peluquería, la novia confió en Yuraima Morcillo, quien creó para Patricia un look tal y como ella lo había imaginado: sencillo y natural, tanto en el peinado, la melena suelta adornada tan solo con un tocado de flores, como en el maquillaje, de tonalidades neutras.
Por su parte, el novio apostó por un chaqué de Scalpers y muy elegante entró en la Catedral Magistral de los Santos Niños Justo y Pastor de Alcalá de Henares, del brazo de su madre y madrina para esperar a una Patricia radiante que caminó hasta el altar del brazo de su padre.
Tras la ceremonia los novios se marcharon en su coche nupcial, un precioso Mercedes Adenauer de los años 50 que fue protagonista de alguna de las imágenes que captó Lucía Romero fotografía en esa primera sesión como marido y mujer, quizá una de las más especiales de su vida.
Mientras, los invitados esperaban a los recién casados en la Finca Espino de Torote, donde tuvieron lugar el convite y la fiesta posterior. Allí pudieron contemplar los detalles preparados por los novios para decorar el lugar y disfrutar de las primeras fotos con ellos.
Y tras el convite, y no sin antes disfrutar de la mesa de dulces, llegaron el baile de los novios y la fiesta, en la que todos bailaron hasta el amanecer con los recién casados.
¡Enhorabuena a la pareja y muchas gracias por compartir vuestra boda con nosotros!
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