La semana pasada Shiseido celebró sus 140 años en el mercado con una gran cena de gala a la que fui invitada, pero realmente yo me sentí como en una boda. Me llegó la invitación y lo primero que pensé: ¿qué me voy a poner? Como ya especificaba que era una cena de gala tenía que buscar un vestido largo. Después llamé a Esther Orta, estilista del salón Moncho Moreno y reservé cita para repasar el color y peinarme para la ocasión.
Una vez peinada empecé con el maquillaje, luego las joyas, sandalias y el clutch.
Llegó el momento. Gran expectación a la entrada del Palacio Cibeles de Madrid y tras ver a los anfitriones Frans Reina (Presidente de Shiseido España) y Rosalía Cogollo (Directora de Comunicación de Shiseido) y hacerme unas fotos con ellos vino lo peor. Si te invitan a una boda y sólo conoces a la novia o al novio, habrá momentos en los que te sentirás muy sola. Durante el cóctel los invitados se colocan por grupitos en círculos y tú te quedas mirando al camarero a ver qué te ofrece en la siguiente bandeja.
Menos mal que ya uno nunca está realmente solo, ahora con los teléfonos inteligentes tenemos tantas aplicaciones que te puedes poner a whatsappear, mandar mails, mirar en internet, twittear, mirar los muros de Facebook…etc. No te aburres pero pareces una adicta al móvil. Yo pasé todo el cocktail mirarando la pantalla de mi Iphone. Y es que si miraba a mi alrededor me sentía ridícula por estar sola entre 500 personas. ¿Con quíen me habrán colocado en la mesa? Se acercó a saludarme Mónica Sanz, Relaciones públicas de Carita y Decléor, y me aseguró que Rosalía se había pasado un mes entero con el sitting del evento. ¡Como una novia!
Justo entonces me acerqué a una mesa llena de numeritos y un chico muy amable me dio una tarjeta con el número de mi mesa. La 4.
Por fin me encontré con alguien conocido, saludé a Arancha del Sol que casualmente estaba también en la mesa 4 y llegó el momento de pasar al salón. A todos nos impresionó el ambiente zen, relajante y ditinguido con aire oriental que habían creado en la sala del Palacio de Cibeles. Camelias blancas, farolillos suspendidos en el aire, mantelería en color negro, velas y un gran árbol con 500 grullas junto al escenario. Un marco ideal para conmemorar los 140 años de historia que les han llevado a ser líder de mercado del gigante asiático y cuartos a nivel mundial.
La cena estuvo acompañada por una conversación muy amena y un tono filosófico gracias a Belinda Washington y Modesto Lomba, con los que también coincidí en la mesa.
Antes del postre llegó el discurso del anfitrión. Frans Reina explicó lo que significa esta celebración para la empresa y después nos propuso hacer una grulla de origami a cada uno y colgarla en el árbol. Dice la tradición japonesa Senbazuru que cuando se llega al número mágico de 1000 grullas colgadas se puede pedir un deseo y se cumplirá. Aunque la maestra nipona de papiroflexia nos lo explicó muy bien pocos lograron terminar la figura de papel a la primera. Me parece una buena idea para entretener a los invitados en una boda.
Llegó la despedida y me quedó la misma impresión que te queda en las bodas; has compartido uno de los momentos más importantes de la vida de tu amiga, lo has pasado muy bien, has cenado de lujo, pero casi no has podido hablar con ella. Son muchos invitados y poco tiempo para estar con ellos.
Ahora nos qudan las fotos, las grullas y las conversaciones a la luz de las velas. Yo desaparecí cual cenicienta…
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