Para cualquier novia, el día de su boda es uno de esos momentos con los que ha soñado desde niña. Para Belén fue además el comienzo de una nueva etapa en la que, junto a una de sus mejores amigas, se dedicará a organizar este día para otras novias. Siendo así, no es extraño que su boda estuviese llena de detalles y momentos para el recuerdo, magníficamente captados por la cámara de Mónica Carrera fotografía que demuestran, en cada imagen, la felicidad de Belén y Carlos en el día más feliz de sus vidas.
Como no podía ser de otro modo, Belén tenía el firme propósito de estar radiante en su gran día y no pudo acertar más con su vestido, un modelo de Sole Alonso realizado en crep de seda con mucha caída, aplicaciones de plata en la cintura y con un detalle a modo de hombreras en gasa.
Las joyas, tan importantes en el look de cualquier novia, no podían serlo menos en el caso de Belén que lució su anillo de pedida, un precioso solitario estilo vintage de la Joyería Suárez y unos chatones de esta misma casa como pendientes. Pero si hubo una joya que brilló más que ninguna otra y que se convirtió en uno de los elementos más chic de su look fue una pulsera art decó años 50 prestada por su abuela, que Belén llevó en la frente como tocado.
En el resto de sus complementos, Belén buscó esa nota de color que toda novia debería lucir. Sus zapatos, unos Mary Jane de color rosa empolvado en piel de serpiente y ante se los hicieron en Resán mientras que el ramo, compuesto por rosas spray, eucalipto, verónica y pitosporum fue una creación de Flors Carol.
Para su peinado y maquillaje, Belén confió en Tocs de Estilisme y Sara Buira. El resultado no pudo ser más espectacular. Con una sencilla coleta y un maquillaje en tonos neutros, estaba preciosa al dar el sí quiero.
Carlos, por su parte, tampoco decepcionó y llego acompañado de su madre y madrina la Seu Vella de Lleida, donde tuvo lugar la ceremonia, impecable con un chaqué estilo inglés.
La llegada de Belén al templo, acompañada por su padre, fue uno de los momentos más emotivos y esperados por todos los presentes, que no podían esperar para ver por primera vez su vestido de novia. En el interior, la belleza de la antigua catedral estaba acentuada por la preciosa decoración floral, basada en hiedra, boj y paniculada ideada por Flors Carol.
Tras el enlace, y la posterior lluvia de arroz y pétalos, Belén y Carlos pasearon por los jardines del claustro de la antigua catedral para hacerse sus primeras fotos como marido y mujer, captadas por la cámara de Mónica Carrera.
Tras la sesión fotográfica, Belén y Carlos se dirigieron hacia el Club de Tennis de Lleida en cuyos jardines tuvieron lugar el cóctel y el convite. Allí, los invitados con los muchos detalles que la propia novia creó con la ayuda de su madre y de su amiga Natalia Teixidó con la que ahora, tras la boda, se ha aventurado a crear su propia empresa de organización de eventos A-duo moments unics.
Tampoco pasaron desapercibidas las invitaciones y las minutas que fueron realizadas por Flor de Asoka, ni los detalles para los invitados, cigarrillos para ellos y pasminas para ellas dispuestos en córners.
Tras el banquete en el que no faltaron las risas y los detalles, el baile de los novios dio paso finalmente a una fiesta en la que todos disfrutaron. “Todo salió perfecto y hubo miles de detalles especiales”, recuerda Belén, que añade “¡me volvería a casar mañana mismo!”. Y, visto el resultado, no nos extraña. ¡Enhorabuena pareja!
Si te ha gustado esta boda, no te pierdas la boda de Carolina y Jacobo en un palacio asturiano, ni la preciosa boda de Carlos y Rocío en una finca familiar.
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