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La inolvidable boda de Ana y Santiago en el Parador de Plasencia

Once años y un día después de conocerse, Ana y Santiago se dieron el sí quiero en Plasencia en una boda en la que los novios se implicaron al máximo, llegando incluso a ser los artífices de la decoración que contaba con un elemento muy especial. ¡Descubre cuál era y el resto de su historia en este post!

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Ana y Santiago se conocieron en Plasencia y allí, en su catedral, se casaron once años y un día después de empezar a salir. Su enlace, retratado por la cámara de Lorena, de PhotoUp, puso el broche de oro a una historia de amor que tuvo a Extremadura como protagonista y por ello, los novios quisieron que su tierra estuviese también muy presente en su boda.

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Foto: Photoup.
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Para el día más especial de su vida, Ana apostó por un vestido de la colección One de Basaldúa, con el cuerpo cubierto de encaje de chantilly dorado, falda con varias capas de tul de sedalina y una gran cola. Un modelo, del que la novia se enamoró a primera vista. “Fue el primer vestido de novia que me probé y, aunque luego seguí mirando en otros talleres, desde el principio supe que era mi vestido porque me sentía muy cómoda y encajaba con mi estilo”, explica.

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Foto: Photoup.
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Foto: Photoup.

El look de Ana, totalmente romántico, se completaba con un tocado, también elaborado en los talleres de Basaldúa, del mismo tejido que el vestido y un velo del mismo tul que la falda de su traje de novia. El dorado de su vestido hacía juego con sus zapatos, comprados en Cuplé. “Fueron el complemento que más me costó encontrar”, explica Ana, que añade que “no quería que fuesen los típicos zapatos de novia, ni tampoco algo demasiado llamativo y eso hizo que la búsqueda se complicase”.

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Foto: Photoup.
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Foto: Photoup.

El ramo era de Arte Floral Fresía, que se encargó también de la decoración floral de la boda. Estaba compuesto por rosas de pitiminí, siemprevivas, paniculata y eucalipto empuñado por una puntilla antigua de la abuela de Ana.

Las joyas también jugaron un papel muy importante en el look de esta novia que apostó por piezas de gran valor sentimental para dar el sí quiero. Así, sus pendientes habían pertenecido a su bisabuela y, como anillo, escogió el de su pedida, un precioso solitario que hizo que brillase aún más durante su camino al altar. Ana se peinó y se maquilló en el Salón Amalia, donde captaron a la perfección la esencia de lo que ella buscaba. “Nunca voy muy maquillada y para mí era importante no parecer disfrazada en mi boda”, cuenta. Por ello, los tonos neutros y un sencillo recogido que despejaba su cara, fueron los elegidos para su boda.

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Foto: Photoup.
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Foto: Photoup.

Santiago, por su parte, confió en el clásico chaqué para su enlace. Apostó por la firma Hackett y completó su look con el reloj que los padres de la novia le regalaron en la pedida de mano y unos gemelos que le regaló su abuelo en su comunión.

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La llegada de la novia a la Catedral de Plasencia fue uno de los momentos más emocionantes. Ana llegó en el coche del abuelo de Santiago, mientras que el novio apostó por el coche de un amigo.

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Foto: Photoup.

Tras la ceremonia, mientras sus invitados se trasladaban al Parador de Plasencia, el lugar elegido para el convite, los novios se hicieron sus primeras fotos como marido y mujer en las calles de la ciudad. Unas preciosas imágenes captadas por Lorena, de Photoup.

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La decoración del salón corrió a cargo de los propios novios que, con la ayuda de las wedding planners del Parador, se encargaron de dar un toque vintage y, sobre todo, muy extremeño al banquete. “Quisimos que nuestra boda fuera muy extremeña. A las mesas les pusimos nombres de pueblos de nuestra tierra, los invitados pudieron degustar platos típicos como la torta del casar o el jamón e incluso, además del tradicional candy bar, pusimos una mesa con dulces extremeños”, explica Ana. La máquina de escribir del abuelo de la novia fue uno de los toques más chic de la decoración.

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Tras el banquete, llegó el momento de entregar los regalitos a los invitados, unas chapas de Mr Wonderful con las que amigos y familiares quedaron encantados y de lanzar el “ramo” de la novia. “Como había entregado mi ramo a la Virgen del Puerto, la patrona de Plasencia, mis amigas hicieron otro ramo improvisado con las flores de los centros de mesa para que pudiera tirárselo, fue un momento muy divertido”.

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Foto: Photoup.

Y como no, no faltó el baile de los novios que apostaron para su primer baile de casados por una canción de la película “Sonrisas y lágrimas”, una de las favoritas de Ana, que la veía con sus abuelos cuando era pequeña. El broche de oro perfecto a una boda en la que los novios pusieron el corazón para la preparación de cada detalle. ¡Enhorabuena a los dos!

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Foto: Photoup.

¿Te ha gustado esta boda? No te pierdas la de estos novios a los que la lluvia no borró la sonrisa o esta otra boda con canción del novio a la novia incluida.

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