Las 8 obras artísticas más románticas y evocadoras de la historia del arte

El amor está presente en todas las disciplinas artísticas, también en las antiguas y más bellas. ¡Descubre las obras más sentimentales en el Día Mundial del Arte!

Las 8 obras artísticas más románticas y evocadoras de la historia del arte
Denis Kuvaev
  • Vida en pareja
  • Pareja

El amor es un arte. Con todas sus pasiones, encantos y turbulencias, este sentimiento no es un simple concepto más, sino la forma de convertir en belleza las emociones más profundas. En Zankyou, hemos querido aglutinar las obras artísticas que mejor manifiestan este sentimiento, tan bellas y significativas que atrapan desde el primer vistazo. Y lo hacemos hoy por es el Día Mundial del Arte. Y es que el arte es magia y poder; el arte es desconexión, una bonita manera de perdurar en el tiempo. El arte dice todo de manera indirecta, dando a la cabeza la oportunidad de pensar e imaginar. ¿Te suenan todas estas piezas?

Apolo y Dafne, de Bernini

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La historia de Apolo y Dafne tiene todos los ingredientes de tragedia griega, con desdicha de amor en lugar de sangre. Eros (Cupido en la mitología romana), hastiado de la prepotencia de Apolo al tratar de vencerle en el arte de lanzar flechas, decidió castigar al dios clavándole una flecha de oro, la cual desataría un fuerte amor hacia la primera persona que se encontrara. La ninfa Dafne, que también se encontraba en el bosque, fue la elegida, herida a su vez por una flecha de plomo, que provocaría la repulsión de la ninfa hacia su pretendiente.

Tras una desesperada persecución de Apolo, Dafne pidió ayuda a su padre, dios del río, que la convirtió en laurel para salvarla. Cuando Apolo se disponía a tocarla, el cuerpo de la ninfa se convirtió en un tronco y su cabeza, poblada de hojas, en la copa de un árbol. A partir de entonces, Apolo motivaría el mito de la corona de laurel, símbolo de victoria para los grandes hombres en homenaje a su amada.

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Foto: Apolo y Dafne, de Bernini

El beso, de Gustav Klimt

Klimt buscó plasmar la perfecta interpretación del abrazo humano en su pintura más célebre. Aunque el pintor austríaco empezó su obra tras ser fuertemente criticado en Viena, el cuadro se vendió antes de su finalización y formó parte del Patrimonio de la Nación. Con El beso, el movimiento artístico del simbolismo acoge a un de sus máximos referentes, mezclado con la opulencia del arte bizantino que tanto adoraba el artista.

La belleza y el erotismo se dan de la mano en esta vorágine de sensaciones que transmite El beso. De esta forma, el artista da a entender la delicadeza y elegancia que reside en el erotismo, sin la necesidad de convertirlo en lenguaje visual soez. Como una mariposa a punto de eclosionar, la pareja reside en una especie de capullo dorado, inmerso en su propia felicidad e intimidad, una unión que se potencia con las formas geométricas de ambas vestimentas, símbolos de conexión entre los dos personajes.  Aunque el precipicio sugiere cierta inestabilidad de la pareja, el beso entre ambos parece tomarse como una tregua.

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Foto: El beso, de Gustav Klimt

Los amantes, de René Magritte

Como tótem del surrealismo europeo, René Magritte buceó en la ambigüedad y en la provocación para culminar sus mejores y más bellas obras, portadoras de sus líneas de estilo. Con la pintura abierta a debate, sus significados han circulado en teorías relacionadas con la imposibilidad del amor sin contacto físico o una metáfora del amor prohibido, pasional pero incompleto. Los paños en las cabezas y las posiciones seductoras de la pareja ahondan en la transgresión y buscan la polémica, aunque en ocasiones se ha ligado a la muerte por suicidio de la madre del artista, cuyo cuerpo apareció con sus ropas blancas y mojadas sobre su cara.

Aunque la composición y el mensaje de la obra permanecen encriptados en la profunda y peculiar imaginación de Magritte, el artista se ha refugiado en una de sus más célebres frases para explicar sus obras: “La realidad es tan equívoca, incoherente y abstracta como cualquier pintura“. Si él lo dice, habrá que hacerle caso.

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Foto: Los amantes, de René Magritte

Enamorados, de Pierre-August Renoir

Como gran representante del impresionismo, Renoir nos regaló obras influenciadas por el tiempo, donde cada pincelada estaba determinada por la luz y el color. Captar cada instante, impresionar las imágenes colocadas ante la mirada del pintor, utilizar los colores primarios… Todas las características de esta revolucionario movimiento aparece en Enamorados, donde el hombre no puede escapar a los encantos de ella. En este instante, en mitad de ese escenario natural, tan típico en las obras impresionistas (¿recuerdas los cuadros de nenúfares de Monet?), Renoir atrapa la gracia del momento, irrepetible y puro como la pintura, que trata de agarrar cada sensación. El amor, a veces, es cosa de un momento.

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Foto: Los enamorados, de Renoir

En la cama: el beso, de Toulouse-Lautrec

A pesar de lo que pueda parecer, este cuadro seductor, descrito como “el epítome del placer sensual” por el propio autor, representa a dos mujeres en los momentos previos a un acto atestado de pasión. El pintor nos regala ese beso lleno de simbolismo, de placer sensorial que, no obstante, aparece en el marco de un burdel. Sus protagonistas son dos prostitutas que experimentan el sexo libre y sin ataduras. En este ámbito, a pesar del lugar y el oficio de las dos personas implicadas, apreciamos una clara ternura que traspasa la pintura y, de una forma coqueta, nos invade y reconforta. La pintura es capaz de hallar belleza en todas partes.

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Foto: En la cama: el beso, de Toulouse-Lautrec

El matrimonio Arnolfini, de Jan van Eyck

¿Por qué es importante este cuadro para nosotros? Por la diferencia que transmite respecto a las parejas de hoy en día. Giovanni Arnolfini, con la mano en alto, ejerce de mandamás de la pareja y bendice el matrimonio, mientras que ella, Giovanna Cenami, asume su papel de esposa y madre, sin que haya opción a ningún tipo de individualidad o protagonismo por su parte.

La opulencia de la habitación y de los vestidos, así como del gran número de elementos (las naranjas, la cama, la alfombra…), habla de una sociedad con grandes abismos entre clases. La realidad, aunque todavía contiene matices de estas características, contiene relaciones mucho más equilibradas y auténticas, donde ambos integrantes comparten roles y disfrutan de una vida mucho más humilde.

El detallismo de la obra tiene especial fuerza, sobre todo en el famoso espejo que cuelga al fondo de la habitación, revelador de una realidad muy distinta que destaca el virtuosismo de Jan van Eyck a la hora de pensar y plasmar.

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Foto: El matrimonio Arnolfini, de Jan van Eyck

El abrazo de amor del universo, la Tierra (México), yo, Diego y el señor Xólotl, Frida Khalo

La artista mexicana supo aglutinar en una misma obra su admiración por la tierra que le vio nacer (cosmogonía del México antiguo y vegetación como nopales, magueyes y cactus), también en su vertiente más antigua; el amor por su compañero Diego (encarna al bebé de la pintura), del que afirmó que “quisiera siempre tenerlo en brazos como a un niño recién nacido”; y uno de sus grandes traumas, que era su imposibilidad para concebir (sangre, pecho quebrado…). Todo ello instalado en una dualidad que la Madre Tierra representa con el día y la noche, lo frío y lo caliente, lo masculino y lo femenino, todo ello en un contexto tanto humano como divino. El amor en todo su esplendor, con lo bello y lo grotesco, con lo malo y lo bueno.

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Foto: El abrazo de amor del universo, la Tierra (México), yo, Diego y el señor Xólot, Frida Khalo

Beso II y Beso V, de Roy Lichtenstein

El Pop Art es el estilo artístico que catapultó hasta el éxito a referentes culturales como Andy Warhol. El objetivo de este movimiento era el de convertir en arte los elementos de la cultura popular que aparecían en la publicidad, en los medios de comunicación, en los cómics o en el cine. Dentro de este género, también tuvo reconocimiento Lichtenstein, con su Beso II, su obra más importante, que dio lugar a otras piezas de gran calado social, como Beso V, extraído del número 97 del cómic Girls’ Romances. En ellas, una historia de amor contada a medias, reforzada en el cómic con el resto de viñetas, pero incompleta en las obras del artista estadounidense. Destacan las líneas negras y gruesas, los colores primarios y los puntos Benday, que simulan la impresión a alta velocidad, pero que Lichtenstein realizó a mano. El amor, como la pintura, incluso la más rompedora, a veces no necesita explicación para conmover.

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Foto: Beso II, de Roy Lichtenstein
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Foto: Beso V, de Roy Lichtenstein

Aunque hay muchas obras más que hablan de amor y relaciones, estas son las que hemos elegido para recordarte las mieles del legado artístico que nos dejaron los grandes genios del pasado. Jamás deberían ser olvidados. 

Descubre también las las 10 ciudades más románticas del mundo y los 20 pueblos más bonitos de España.

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