El vestido de novia ha cambiado mucho a través de los años. Aún así, como en todo, las modas vuelven, y casi siempre lo hacen recuperando lo mejor de cada época. Desde las flappers de los años 20, con falda corta y sin corsé, a las siluetas lápiz de los años de la posguerra, las faldas acampanadas, el estilo ladylike, la falda princesa o el corte imperio: cada modelo de los que vemos en pasarela cada año es un reflejo de un patrón ideado hace décadas, sino cientos de años.
Echar la vista atrás buscando inspiración entre las fotos de boda de la abuela no resulta tan descabellado cuando se ponen todas las épocas de la historia de la moda en perspectiva. Un ejemplo: el color blanco no es una tradición milenaria, sino que se remonta a 1840, tras la publicación de las fotografías del enlace entre la Reina Victoria y Alberto de Sajonia, y que popularizarían este color como el color oficial de las bodas.
También el carácter de los enlaces ha cambiado en este tiempo: si en la Edad Media los matrimonios se concertaban como símbolo de la unión entre dos familias, hoy en día resulta casi descabellado pensar en un matrimonio que no se base en una elección personal de los novios. La clase social también determinaba entonces la calidad y el estilo del traje de la novia: las mujeres de clase alta vestían de satén y seda bajo la norma ‘a mayor cantidad de tejido, mejor’; mientras, las mujeres de clases inferiores solían recurrir a su mejor vestido, que solía coincidir con el mismo que usaban para acudir a la Iglesia. Los colores de moda entonces: cualquiera disponible, aunque el negro fue una de las opciones más extendidas durante cientos de años.
Los primeros cambios en la normativa sobre el vestido de novia llegarían por tanto durante la era victoriana, cuando el encaje pasaba a formar parte de los tejidos de primera línea nupcial. A partir de entonces, las faldas se acortarían o alargarían dependiendo de la época: desde los años 20 a los años 60, la falda con cola sería el modelo más repetido, para después ser relegado al fondo del armario en favor del estilo princesa, propio de épocas pasadas.
La moda más reciente: la de mantener los trajes libres de mangas, para facilitar los ajustes del vestido de manera individual sobre la silueta de cada novia.
Imágenes vía Vintage Everyday
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