La incomprensibilidad del amor es una de sus más bellas cualidades. Aparece, desaparece, supera barreras, inventa lenguajes y precipita decisiones. Eso es lo que le ha pasado a la princesa Mako de Japón. Como parte de una de las familias reales más tradicionales del planeta, la joven tendrá que renunciar a sus privilegios reales por amor. Su prometido, el abogado y plebeyo Kei Komuro, no entraba en los planes de una dinastía de estas características.
El precio del amor
La princesa Mako de Japón pertenece a la Casa Imperial nipona. La fuerte tradición de la dinastía ha impedido que esta evolucione con el paso del tiempo. Por este motivo, la princesa no tendrá más remedio que abandonar esos privilegios y, además, salir de la misma familia real, según dicta su Ley.
Así pues, la familia real nipona sigue sufriendo pérdidas por culpa de su negativa a cambiar. Ya ocurrió recientemente con el matrimonio entre la antigua princesa Sayako, hija de los emperadores, y Yoshiki Kuroda, un funcionario del Departamento de Urbanismo en Tokio. Actualmente, la familia real cuenta con 19 miembros, cuatro de los cuales tienen capacidad para reinar: el emperador Akihito (83), que abdicará en breve por problemas de salud; el príncipe Naruhito (57), primogénito de Akihito y sucesor al trono; el príncipe Akishino (51), hermano del sucesor; y el príncipe Hisahito (10), hermano pequeño de la princesa Mako.
Una historia normal
La princesa conoció a Kei Komuro en la Universidad Gakushuin de Tokio en la que ambos estudiaron. Y es que, a pesar de su papel de princesa, la joven siempre ha intentado dar un paso al frente y adquirir experiencias vitales. Es Licenciada por la Universidad Internacional Cristiana y graduada en Museología por la Universidad de Leicester. Además, trabaja en un museo de Tokio cuando no tiene actos protocolarios. Su futuro marido ha sido apodado por la prensa como Príncipe del Mar, pero este título no tiene que ver con la sangre azul, sino por su gran labor al promocionar el turismo en las playas de Shonan (Kanagawa).
La noticia del matrimonio con Kei Komuro ha revolucionado a la familia real y a toda la sociedad nipona. Sin embargo, la princesa Mako ha tirado de humildad y ha preferido el amor antes que una vida llena de lujos construida con el material más arcaico. De esta forma, su vida y su historia de amor han pasado a un terreno más natural, donde lo importante se aleja de cualquier privilegio.
La Ley Sálica
La dinastía monárquica nipona es la más antigua del mundo. Quizá por ello ostenta otra de las leyes más restrictivas y anticuadas de las monarquías: la Ley Sálica. Por esta, solo los hombres varones podrán reinar, dejando a las mujeres sin los privilegios de ocupar el trono. Por este motivo, la princesa Mako no tendría ninguna posibilidad de reinar, pues su hermano pequeño, el príncipe Hisahito, tomaría la delantera. Aun así, conservaría sus privilegios reales si se casara con un miembro de la realeza.
En otros países, ya hay mujeres que reinan, como en Reino Unido o Dinamarca, y otras muchas que reinarán en el futuro, como en Holanda, Noruega y Bélgica. En el caso de España, no existe una Ley Sálica propiamente dicha, pero, según el artículo 57 de la Constitución de 1978, se seguirá el orden Real de primogenitura y representación, siendo preferida la línea anterior a la posterior; en la misma línea, el grado más próximo al más lejano; en el mismo grado, el varón a la mujer, y en el mismo sexo, la persona de más edad respecto a la de menos. El hombre siempre tendría preponderancia sobre la mujer, aunque los rumores sobre un cambio de la norma están en boca de muchos. No obstante, parece que Leonor, la hija mayor de Felipe VI, acabará por ocupar el trono de su padre.
Nadie puede con el amor, ni siquiera unos privilegios que quedan vacíos ante las restricciones y la intolerancia. Sin duda, la princesa Mako ha tomado la decisión acertada.
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