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Cómo decorar mi boda en verano en 5 pasos

Cada estación regala sus propias especialidades, sus propios y bellos detalles. Y el verano los tiene a raudales. ¡Te ayudamos a aprovecharlos!

Cómo decorar mi boda en verano en 5 pasos
Foto: Lirola & Cussó
  • Ideas decoración de bodas

La primavera tiene un sinfín de virtudes para organizar bodas encantadoras, pero el verano ofrece casi más posibilidades. Por algo es la estación más escogida por todos los novios, que centran sus nupcias entre junio y septiembre principalmente. Y el buen tiempo es el principal síntoma que explica este fenómeno, pues la estación ofrece buenas temperaturas por el día, agradables por la noche y muchas más horas de luz.

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Para redondear todas esas posibilidades que ofrece el período estival, descubre cómo aprovechar sus virtudes y cómo decorar una boda en verano a través de solo cinco pasos.

1. Utilizar los elementos de la estación

2. Jugar con el color de los alimentos

3. Incluir complementos al look de novia e invitada

4. Añadir detalles exclusivos

5. Aprovechar los interiores y los exteriores

1. Utilizar los elementos de la estación

Cada estación regala sus propias especialidades, sus propios y bellos detalles. Y el verano los tiene a raudales. Quizá no sean tan llamativos como en primavera, donde las flores acaban de salir y aún mantienen su máximo color, pero sin duda posee otras muchas virtudes.

En primer lugar, el aire libre y las noches estrelladas. Las bodas de día son habituales, pero las de noche se incrementan para rebajar un poco las calurosas temperaturas del verano. En esas noches estivales, se respira frescor y una verdadera comunión con la naturaleza. Por ello, recomendamos la utilización de jardines que, por sí solos, ya aportan las maravillas de  los colores verdes y de las flores que mantengan su esplendor. Los árboles, los arbustos, las plantas y las flores sirven para rellenar cualquier espacio.

Sin embargo, el verano nos ofrece otras posibilidades que van más allá de la decoración, y que sirven precisamente para ambientar con belleza. Porque el buen tiempo facilita la organización de eventos en lugares mágicos e incomprensibles en otra época del año. No es que no se pueda organizar una boda en la playa en otoño, pero la climatología es peor durante esa época. En verano, las bodas en la playa son posibles y estas suelen protagonizar los sueños de muchos novios. Para celebrarlas, los motivos marineros como las conchas o las caracolas son habituales, así como el color blanco y los azules del mar y del cielo. Este tipo de bodas, con ciertas reminiscencias hippies e ibicencas, se celebran de manera más informal, con tejidos lánguidos y elementos sencillos.

Las inmediaciones de bosques o valles también cobran mayor importancia en verano. Si bien en primavera la temperatura es más agradable, en esta época se pueden aprovechar las tardes para organizar todo tipo de bodas.

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Foto: Lísola

2. Jugar con el color de los alimentos

En verano se respira la alegría de quien se siente de vacaciones. El sol, la playa y los aromas del verano instauran una atmósfera única, potenciada también con los ricos y frescos alimentos de la estación. Estos poseen sabores mucho más chispeantes y llamativos, los cuales vienen acompañados de colores y formas emocionantes. En Westwing lo tienen claro: “Las tendencias van cambiando con los años, pero en la decoración de bodas de verano siempre hay algo que se mantiene: el color”. Aseguran que “los que mejores van son el amarillo y el turquesa que, combinados con el blanco, aportan alegría pero sin resultar cargantes”. Añadir color a la decoración es muy fácil si optas por estos elementos:

Para empezar con la bebida, hay muchas reservadas sobre todo al verano y que, además de refrescar, sirven para decorar puestos y estancias, y ornamentar el espacio mientras los invitados las consumen. Algunos son la limonada de limón, de fresa, de coco, de chocolate, de sandía, de café…, todas ellas potencian la vena colorida de la función; la sangría en todas sus vertientes, haciendo hincapié en la blanca, mucho más novedosa; los zumos y batidos, tan diferentes como las frutas y helados que les dan vida; cervezas, tanto de cebada como de trigo y de otros sabores (cereza, fresas…); y, por supuesto, los cócteles.

Si bien la fruta se puede situar antes o después del gran banquete, sola o acompañando elaboraciones del cóctel, el gran convite también disfruta de los colores del verano. Para empezar, las sopas frías como el gazpacho de tomate (con sandía, fresas…), el gazpacho de hierbabuena o el de mango, el salmorejo, el ajo blanco, la sopa de sandía o la crema de aguacate son elecciones perfectas que añaden un toque de la tierra y de alegría al primer plato. Además, visualmente son prodigiosas por el buen uso de la gama más cálida de los colores, sin restar un ápice de frescor.

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Foto: Aldovea Catering

Los puestos de sushi también aportan un toque ligero y colorido a la ristra de aperitivos. Los tartares, ceviches y tiraditos, que juegan con los pescados y cítricos de diferentes colores, son frescos, deliciosos y perfectos para ambientar con color las mesas.

En verano, la fruta es uno de los amigos más fieles por los colores potentes y el sabor dulce y fresco que despiertan todos sus tipos. Aprovecha este factor para colocar carritos o puestos de comida que trabajen la fruta en todas sus vertientes, desde frescas macedonias tratadas con técnicas de vanguardia, piezas sueltas de coloridas frutas como la sandía, cócteles naturales, zumos y batidos. Las frutas alegran la vida y son un acompañamiento perfecto para las bodas más modernas.

Para terminar, los helados, ¡cómo no! Estos no solo quitarán el calor y servirán de postre perfecto, sino que potenciarán la sensación de verano con su frescor y sus tonos llamativos. Hoy en día, existe una variedad significativa de helados artesanales y orgánicos, de hielo o cremosos, algunos con frutas en su interior, que alegrarán la vista y el paladar. ¡Seguro que no falta algún puesto para ellos!

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Foto: Elena Bau Fotografía

3. Incluir complementos al look de novia e invitada

Algunas de estas indicaciones ya las vimos en las boda de primavera. Las flores vuelven a aparecer sobre los peinados de las novias, aunque en época estival deberían ser mucho más silvestres e informales, como si hubieran nacido en en el corazón del bosque, en lo más profundo de su ser. En las bodas de día, este detalle es más estentóreo y pierde fuerza en las bodas de tarde.

En cuanto a las flores de temporada para el ramo, quedan perfectas la petunia, la peonía, la dalia, la ornithogalum, y otras pequeñas como statice, astilbe, delphinium, euphorbia y freesia. Todas ellas aportan un frescor y colorido propio de verano. En Westwing saben que “una boda no sería lo mismo sin flores”, por lo que recomiendan que en verano se elijan “tonos amarillo claro o melocotón, que evocan el clima cálido y el color de algunas frutas de verano, como los albaricoques por ejemplo”.

En materia de vestidos, en verano destacan los tejidos lánguidos para bodas al aire libre, más ligeros y vaporosos, y aprovechando la alegría de la estación, con bordados referentes a la naturaleza, algunos incluso de colores.

Las invitadas siempre están abiertas a más juego, mucho más en verano, donde las pamelas y los grandes tocados llegan con mucha más fuerza. También los adornos florales sobre las cabeza, reservados en las invitadas para esta época del año principalmente, los tocados en plata y dorado, los turbantes o los finos velos rematados con flores.

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Foto: Luna Photo

4. Añadir detalles exclusivos

El verano tiene una magia especial. El aprovechamiento de la noche da lugar a un contacto único del ser humano con la naturaleza, con las estrellas y con una sensación casi extraterrenal. Por ello, es de vital importancia dar rienda suelta a esa magia con el perfecto acondicionamiento del exterior a través de una decoración exclusiva.

Aquí, juegan especial importancia las luces, dispuestas de diferentes formas a lo largo de los jardines. Preferiblemente, se utilizan guirnaldas que van de un árbol a otro, con una luminosidad tenue y muy romántica, o como parte de la carpa en caso de que existiera. Siguiendo con la luz, también se reparten farolillos y antorchas en las esquinas, sobre mesas, en los techos y adheridos a la pared, respetando la simbiosis entre la luz y la oscuridad, siempre con algo de misterio.

Las velas también cobran especial importancia en las bodas que se desarrollan durante las noches de verano. El ambiente bucólico que se crea es una oda al encanto. Se colocan sobre candelabros o dentro de farolillos.

Aunque la boda sea de tarde, algunos momentos de la misma se desarrollarán con el sol todavía presente, sobre todo la ceremonia y el cóctel. Para mitigar su poder, las sombrillas, elegidas con buen gusto y acordes al estilo de la boda, aportarán ese toque veraniego y serán de extraordinaria utilidad.

La estación influye en la decoración a todos los niveles. Puedes repartir objetos y obsequios durante la celebración para ayudar a tus invitados y contribuir a esa festividad estival. Así, los abanicos de colores o las zapatillas de cambio (alpargatas, sandalias…) son ideas geniales. Los sombreros para las horas de sol también serán útiles y nutrirán la estampa estival.

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Foto: Mónica Carrera

5. Aprovechar los interiores y los exteriores

Ya hemos hablado de cómo los exteriores son la parte más importante de una boda en verano gracias al buen tiempo, las noches frescas y esa conexión con la naturaleza. Por ello, aprovecha las estancias al aire libre para ubicar los grandes momentos de tu gran día.

En los exteriores, todos los eventos del gran día se pueden organizar, absolutamente todos. Desde la ceremonia hasta el baile, pasando por el cóctel. Las ceremonias al aire libre no tienen el encanto histórico que puede tener un palacete o una masía, pero el mundo con sus especialidades naturales aporta lo suficiente, siempre y cuando esté bien tratado el lugar en cuestión. Organizar una ceremonia rodeados de árboles, flores, pétalos y muchos detalles en blanco crea una sintonía especial con un toque inconfundible de verano.

Si esta ceremonia puede organizarse sobre la arena de la playa, mucho mejor, pues el mar y la arena actúan como elementos decorativos naturales. Las sillas con motivos marinos, los azules y blancos, y algún color llamativo para generar contraste, son perfectos. De hecho, estos pueden reflejarse en las flores del camino y en al gran arco de madera que enmarque a los novios.

En cuanto al cóctel, es muy común que se organice en el exterior, alrededor de una gran piscina si el lugar escogido tiene la suerte de contar con una, o con un pequeño estanque, fuente o masa de agua que pueda utilizarse como decoración. En este tipo de extensiones quedan geniales los pétalos en suspensión, los nenúfares o las hojas.

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Foto: La Casa de la Novia

Eso sí, un gran consejo de La Casa de la Novia es que “no decoréis el día anterior la parte que se celebre al aire libre, ya que pueden surgir lluvias inesperadas que arruinen todo el trabajo”. Asimismo, recomiendan que el día de la boda tampoco lo hagas tú misma, sino que de ello se encargue un profesional: “Ese día debes descansar, y estar lo más relajada posible”.

¿Y el banquete? También en el exterior, siempre que sea posible. Evita para ello los lugares demasiado calurosos o expuestos a la brisa nocturna. Tiene que ser un lugar tranquilo con la temperatura idónea, y asegurando que la lluvia no arruine la velada. En verano no suele ser habitual, pero depende del país, de la zona y del año. Asegúrate de ello y prepara un plan B.

De hecho, tampoco está de más el uso de un lugar más o menos cerrado para celebrar el banquete. Las carpas, tipis, invernaderos acondicionados o cenadores en contacto con el exterior aportan una esencia de verano especial y generan contraste con los demás momentos de la celebración organizados en el exterior. Estos espacios están perfectamente dotados de encanto por sí solos, con el uso de cristales, maderas y plásticos perfectamente conectados con el resto de la atmósfera. También predominan las luces, las plantas en las esquinas y en las mesas, los rincones con velas y los detalles con toque campestre.

Y aunque la boda se celebre al completo en el exterior, es conveniente habilitar una zona interior, ya sea una carpa o un salón, para que algunas personas quieran cambiar de ambiente o incluso huir de las temperaturas si se tornan altas.

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