Lidia y Adrián se conocieron hace nueve años en una noche de fiesta en la que le presentaron amigos comunes, y aunque sintieron que algo especial había entre ellos, su corazón, por el momento, tenía dueño. No fue hasta algunos meses después que volvieron a encontrarse y ambos supieron que estaban hechos el uno para el otro, así comenzaron una bonita historia de amor.
Los novios
Cuatro años después, comenzaron a crear un hogar conjunto y la boda de unos amigos afianzaron las ganas que tenía la pareja de embarcarse en un nuevo sueño, su propio enlace. La pedida de mano fue algo especial, tuvo lugar un 14 de febrero en el patio del Palacio Real de Madrid, y aunque Adrián no pronunció las palabras mágicas, le confesó a Lidia que quería pasar el resto de su vida con ella. Desde ese momento comenzaron a preparar su boda para finales del verano de 2014.
Lidia escogió un vestido de novia de corte princesa, desde el principio sabía que su modelo sería así. “Me enamoraban las faldas especiales, con volumen y relieves originales”, cuenta la novia. Encontró un diseño ajustado a la cadera de donde partía una falda en línea A y una pequeña cola, y aunque era unas tallas más grandes de la que ella necesitaba, no fue un problema, ajustaron el vestido y lo modelaron a su gusto. Le añadió un largo velo y unos zapatos de cuña con detalles dorados. Además, escogió una gargantilla y un anillo con perlas de Joyería José Luis.
En cuanto al ramo, la novia quería un conjunto de claveles en bouquet, que finalmente eligió en color blanco y rodeados por una fina de capa de paniculata rosa, de la Floristería Verdecora de Majadahonda.
En cuanto al maquillaje, Oh my Cut utilizó toda su experiencia, buen gusto y los deseos de la novia para conseguir un look romántico con el que Lidia lucía radiante. También se encargaron del peinado, un recogido bajo lateral.
Por su parte, Adrián siguió un estilo vintage muy romántico y escogió un esmoquin de color azul marino de Hockerty a conjunto con un chaleco y corbata que sustituyó en el banquete por una pajarita, de Dobell, además de unos gemelos granate de Jesús Camblor.
La ceremonia
Lidia estaba guapísima y ambos llegaron a la iglesia emocionados. La ceremonia religiosa tuvo lugar en la iglesia de los Padres Dominicos de Parquelagos. Allí, en un escenario muy emotivo para ellos, intercambiaron las alianzas de oro de la Joyería Roselín mientras hacían realidad el sueño de darse el sí, quiero por fin.
Cada instante fue retratado en preciosas fotografías por el equipo de Tuyo Producciones. “Buscaba algo asequible, pero sin renunciar a lo artístico; fotografías de aire fotoperiodístico y una grabación con un color y un montaje de estilo cinematográfico que transmitieran las emociones del que sabía sería el más feliz de mis días”, explica la novia, que reconoce que no pudo hacer mejor elección.
El banquete
El banquete se celebró en el Hotel FC Villalba y a Marian Pelayo, del Grupo El Gallinero, que según cuentan los novios, tras recibir la noticia por parte de los novios de que querían celebrar su boda allí, enseguida se puso manos a la obra, y puso todo de su parte, para organizar una boda perfecta y a la medida de los novios.
Para recibir a los invitados se sirvió, en primer lugar, un cóctel de bienvenida en el jardín, que ofrece unas preciosas vistas a la Sierra de Guadarrama, donde habían montado un photocall de inspiración vintage, un “rincón de los deseos”, compuesto por el libro de firmas y un cartelito con el mensaje “regálanos tus mejores deseos”.
La cena tuvo lugar en el salón del hotel, con el que comunica el jardín, en el que también disfrutaron de la fiesta, con barra libre, recena y candy bar, pero, sobre todo, con mucho baile, hasta bien entrada la madrugada.
En cuanto a los detalles preparados para los invitados, la novia cuenta que es una de las cosas de las que está más orgullosa de la boda. “Mi objetivo era encontrar algo útil y con significado, que no acabara acumulando polvo en alguna estantería olvidada. Quería, además, que sirviera como nota de agradecimiento a los invitados, por lo que debía suponer algo personal”, explica Lidia. Consiguió crear de forma artesana jabones de mano y encargó espejos de mano para ellas y llaveros e imanes abre-botellas para ellos. De los más pequeños de la boda tampoco quisieron olvidarse y compraron para ellos tazas de pizarra rellenas de gominolas.
Baile de los novios
Todos lo pasaron genial en un día que los novios nunca olvidarán. Y tal como cuentan los novios: “queda toda una vida por delante, pero qué no darías por resucitar de nuevo la jornada. Llegó, y como vino se fue, mágico y fugaz, como todas las cosas bellas, el que sabía sería y fue el día más feliz de mi vida”. ¡Enhorabuena pareja!
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