El amor surge de improviso, sin forzar. Raquel lo sabía. Por ello, no le sorprendió que Javi, aquel amigo de la universidad de su hermano que pasaba por casa de vez en cuando, se convirtiera en su otra mitad. Y lo hizo, en plena magia estival, cuando el Hombre y la Tierra conectan y moldean sueños. Septiembre de 2004, agarrando la esencia onírica del verano, escribió las primeras líneas de una vida en común.
Empezó como un juego; dos pequeños que jugaban a ser adultos y que lo consiguieron sin dejar de ser niños. Con el paso de los años, la conexión se fortificó, manteniendo la inocencia del amor puro y soñador de dos jóvenes con ganas de comerse el mundo. Y se lo comieron, siempre juntos, recorriendo el planeta a lomos de su energía y ambición, superando obstáculos, despertando ilusiones y con una fecha en el horizonte: 25 de junio de 2016.
Tras una pedida de película en la ciudad del amor, París se convirtió en el primer testigo de su boda. El resto queda para todos nosotros de la mano de Muy Muy Felices, un estudio fotográfico con una pretensión inscrita en su nombre y filosofía.
Los novios
Raquel despertó con una sonrisa. Se sentía en una nube.
Se entregó a las virtuosas manos de Mónica Roldán, la peluquera y maquilladora que limó su imagen hasta la más absoluta pulcritud. En el proceso, explotó sus líneas femeninas, le hizo sentirse segura y elevó su autoestima hasta lo más alto.
Con sencillez y picardía, añadió fuego a sus ojos. Era su día. Después, agrupó su larga melena en un salvaje aunque bello recogido con ondas. La obra de arte acababa en una hermosa trenza deshecha, que resaltaba el calor de su silvestre pelo castaño. Como rúbrica, la delicada corona de flores.
Beba’s Closet vistió a Raquel. Lo hizo sin estridencias, pero jugando: un vestido de crepé en corte A a caballo entre la sobriedad, reflejada en su superficie lisa, y la diversión de su pequeño mar de lentejuelas de colores, dispuesto con fantasía sobre los hombros. Los tonos dorados en hombros y cintura irrumpían en la sofisticación del conjunto, con escote en rombo por la espalda y un remate de extrema elegancia y delicadeza: una sobre cola de tul de seda. Como detalle para estilizar, los zapatos en color champagne de Jimmy Choo, un seguro que eleva el atuendo al carácter de novias-princesas.
Como fino y elegante remate, Raquel escogió a Nicol’s para los pendientes y la pulsera. Los complementos brillaban con respeto, sin eclipsar ni al vestido ni a la novia, como tres elementos estrellados que no hicieron palidecer la belleza del firmamento en el que se encontraban. Aun así, merece especial mención el anillo de pedida de la extinta Villalba Joyeros, que Raquel lució con el recuerdo de París y la luz del oro blanco y los diamantes. Y como toque floral, el bouquet de peonías de VerdePimienta, una clásica aunque fresca composición en rosa y blanco con cuerpo y encanto.
Desde el primer momento, Javi se vio inmerso en una reconfortante vorágine sentimental. Con la emoción, ilusión y nervios de un niño, lidiaba la seriedad de quien va a dar el paso más importante de su vida. Se sentía feliz, pero precavido. También era su día. Por suerte, Raquel era la que esperaba al otro lado. Solo ella. Todo salió como si nada.
Fue su madre la que le ayudó con el chaqué de Trajes Guzmán, mezclando la pureza del negro de la chaqueta con la gracia del azul del chaleco, también presente en la corbata. El resultado dilató sus matices con los gemelos Montblanc y el reloj de Gucci, dos piezas de museo para un novio que se enfrentaba al mejor de sus posibles destinos: su boda con su chica de siempre.
Ceremonia
Llegó el momento. Él esperaba en el altar mayor, cauto e impaciente; estaba deseando verla. Ella llegó en un lujoso coche clásico, acompañada por su padre, un apoyo hoy y siempre. Calmó sus nervios como cualquier padre sabe hacer, y guió a Raquel desde los fabulosos exteriores del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, pasando por el Patio de los Reyes, hasta el fastuoso interior renacentista de la Basílica, una obra mayor de la arquitectura española.
Raquel sonrió a Javi al verle. Lo hizo como solo ella sabe: con esa inocente mueca dibujada solo con los labios, un recuerdo de la niña que fue. Así se gana Raquel a sus seres queridos, con el profundo y cálido latido de su interior, que desemboca en una sonrisa con su marca inconfundible. Después, sellaron su amor, el amor de siempre, gestado desde la adolescencia y madurado hasta la edad adulta. Hoy, todavía guarda la esencia de sus grandes momentos, los de niños y adultos.
La salida fue un espectáculo de rosas y alegría. Abrazos, besos, lágrimas, cascadas de sonrisas…
Mientras los invitados ponían rumo a la finca El Tomillar, sita en Guadarrama, Raquel y Javi, ya como marido y mujer, se entregaban al arte de Muy Muy Felices, esta vez en la intimidad. Se mostraron tal y como son: dos amigos que se quieren, se respetan y que han construido una confianza férrea, sin fisuras. Se puede ver en sus ojos y en sus sonrisas.
Los novios destacan la naturalidad de Muy Muy Felices, con la espontaneidad como nota dominante en sus fotos de boda. Su profesionalidad restó preocupación a Raquel y Javi, que actuaron sin presiones y entregando total libertad a sus fotógrafos. El resultado no deja lugar a dudas.
Banquete
Seguidamente, con los novios como parte de la fiesta, El Puchero de Plata desplegó sus habilidades, primero con un delicioso catering. Tras la plétora de aperitivos, triunfó el banquete que sigue en la memoria de todos.
Acompañando la gastronomía, la decoración a cargo de las chicas de B-different cerró un panorama envidiable, con todo tipo de motivos decorativos en madera y de espíritu primaveral. Las minutas y el seating plan de Giset Wedding, los centros de mesa de Verde Pimienta y las letras de madera de B-different también casaron a la perfección.
Baile y ¡fiesta!
La guinda del pastel. Raquel y Javi, siguiendo la filosofía de Zankyou, han combinado tradición y personalización en su momento estrella. Para abrir el baile, una pieza de vals que encaja en los parámetros de las grandes bodas, pero correspondiente a Sonrisas y lágrimas, la película favorita de la novia. Se trataba de Laender, de origen austriaco, y que dio paso al Gran Vals, título entonado en la misma película para deleite de los padrinos, protagonistas en ese gran momento.
El final de la boda trajo muchas emociones y momentos que asimilar con detenimiento. En plena resaca de sentimientos, Raquel resumió su boda en una frase: “Fugaz, pero divertida, emocionante y romántica”.
No tenemos ninguna duda.
Lugar de celebración: Finca El Tomillar | Vestido de novia: Beba’s Closet | Peluquería y maquillaje: Mónica Roldán | Zapatos novia: Jimmy Choo | Traje novio: Trajes Guzmán | Floristería: Arrayán | Catering: El Puchero de Plata | Fotógrafo y videógrafo: Muy Muy Felices
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