“De mayor quiero ser astronauta”. ¿Cuántas veces lo habremos afirmado de pequeños? En la infancia nuestra autoconfianza es abrumadora. Nos creemos capaces de hacer cualquier cosa porque no hay límites, solo sueños. Si algo nos causa admiración, está hecho para nosotros. Así de simple.
Pasan los años y hay cosas que no cambian; La atemporalidad se adueña de ellas y las convierte en auténticos iconos. Al igual que la novia elige el traje “a su imagen y semejanza” porque se convertirá en todo un símbolo, el novio opta por lucir un objeto que lo represente, que tenga personalidad propia y que cuente una historia, pero no cualquier historia, sino una historia que marcó un hito: “Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad”, ¿os suena?
La historia del reloj icono de varias generaciones: el Moonwatch de Omega
El reloj Moonwatch de Omega es el icono que lleva 60 años conservando su esencia, su perfección. El primer reloj que se utilizó en la Luna se ha convertido en símbolo imperecedero del ingenio y el talento que nos llevaron al espacio. Es un reloj con unas funciones perfectas y un diseño espectacular que, con el tiempo, no ha perdido ni una sola gota de su esencia. Es precisamente por esto por lo que tantos hombres lo eligen para el día de su boda. Un día único, un reloj único.
En el 60 aniversario del lanzamiento del Speedmaster, echamos una mirada retrospectiva a los emocionantes días del programa Apolo con George Clooney, entusiasta del espacio y embajador de la firma. ¿Queréis saber por qué el Speedmaster fue capaz de llegar a donde llegó?
George Clooney tenía ocho años cuando Neil Armstrong y Buzz Aldrin fueron los primeros en pisar la Luna. Como para la mayoría de los niños de su generación, los astronautas eran sus héroes y salir al espacio era su sueño.
En 1961, el presidente de los Estados Unidos de América, John F. Kennedy, planteó el siguiente reto a los estadounidenses: llevar a un hombre a la Luna y volver a traerlo sano y salvo a la Tierra. Parecía un reto casi imposible, pero, según Clooney, arrojó un optimismo que se reflejó en la sociedad y en todo lo que estaba ocurriendo por aquel entonces.
Cuando la NASA comenzó a buscar un cronógrafo para utilizarlo en sus misiones espaciales tripuladas, el único reloj que superó las temperaturas extremas, las vibraciones, los fuertes impactos y el implacable vacío del proceso de pruebas fue él: el Omega Speedmaster.
El alunizaje del Apolo 11, el 20 de julio de 1969, fue un momento mágico para el joven Clooney que, junto a su padre, observaba la Luna y sentía una conexión especial con sus héroes. Al igual que ellos, el padre de Clooney llevaba también puesto un Omega. Desde ese momento, el reloj empezó a ser conocido como The Moonwatch, el primer reloj utilizado en la Luna.
Cuando Clooney padre se enteró de que su hijo estaba colaborando con Omega, se lo regaló. “Lo bajó del altillo, donde lo había tenido guardado 20 años –dice Clooney–, le dio cuerda y empezó a marchar de nuevo. Fue un momento especial. Yo había crecido viendo aquel reloj en su muñeca”.
Desde su creación, el Speedmaster tuvo un éxito instantáneo revolucionando el diseño, la durabilidad y la funcionalidad de los relojes de pulsera. Hoy, sesenta años después, sigue estando cualificado para todas las misiones espaciales tripuladas y forma parte permanente del equipamiento en la Estación Espacial Internacional. El diseño original fue tan innovador que el Moonwatch actual es esencialmente el mismo que el lanzado por Omega en la era preespacial. En la NASA, la innovación es fundamental: desde las telecomunicaciones móviles a la mensajería SMS pasando por los paneles solares o la depuración de agua. Sin embargo, resulta sorprendente que el Omega Speedmaster no haya sufrido modificación alguna.
Como dice Clooney, el Speedmaster puede ser la pura definición de un clásico: un diseño que no necesita ser alterado nunca. “Son símbolos de un tiempo en que nuestro mundo tenía muchas ganas de retos. Cuando pensamos que podíamos hacer mejores cosas y cuando creímos que podíamos intentar alcanzar las estrellas y realmente llegar a ellas”.
Lo que hace de este reloj una pieza histórica es precisamente lo que representa. Es el símbolo de algo grande, de una época con ganas de retos, de una sociedad que sabía que se podían hacer mejor las cosas y que no tenía miedo a soñar.
Omega, después de haber desempeñado un papel tan importante en uno de los mayores logros del siglo XX como fue la llegada del hombre a la Luna, está en continuo crecimiento para seguir participando en los muchos y grandes logros que la humanidad alcanzará en los años venideros.
El diseño Speedmaster: el look que fascina
Si, además de la historia que este reloj tiene a sus espaldas, sois unos apasionados del diseño, tenéis que saber que se tarda un total de 14 meses en preparar todos y cada uno de sus componentes antes de montarlos y se necesitan 80 operaciones manuales solo para montar la platina principal. Igual que cuando se lanzó, la mano humana es parte esencial del proceso.
Este modelo, con un diseño totalmente atemporal, hará vuestras delicias. Sabemos que lo clásico se convierte indefectiblemente en un icono. Esta cualidad le otorga mayor atracción y protagonismo en el imaginario colectivo; es así como las características originarias del Speedmaster han hecho de él lo que fue, es y seguirá siendo.
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