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Una historia de amor a través del puente aéreo: la boda de Marta y Edu
Después de 12 años de relación, parte de ellos a distancia entre Madrid y Barcelona, Marta y Edu decidieron sellar su amor en una preciosa boda que tuvo lugar en la tierra de él, Barcelona, muy lejos de su domicilio en Madrid. La ayuda de Wednesday Wedding Planners y el cariño de los novios consiguieron que todo saliera perfecto. ¡ No te pierdas su gran día!
En Zaragoza, a medio camino entre Madrid (de donde es la novia) y Barcelona (tierra del novio) Marta y Edu se conocían hace 12 años sin saber que aquel encuentro iba a ser el comienzo de una historia de amor que acabaría en una preciosa boda retratada por Padilla y Rigau.
Muchos puentes aéreos después y tras probar la convivencia en Madrid, Edu pidió a Marta que se casase con él y ambos comenzaron a planear una boda que, acordaron, tendría lugar en Barcelona. “Ya que vivimos en Madrid, nos pareció que sería un detalle bonito casarnos allí”, cuenta Marta. Pero preparar una boda a distancia no es fácil y por ello, tuvieron claro desde el principio que contarían con la ayuda de las profesionales de Wednesday Wedding Planners que prepararon cada detalle de una boda que ni los novios ni sus amigos y familiares olvidarán jamás. “Ellas se encargaron de de salvarnos la vida guiándonos y facilitándonos cada paso tanto antes como durante el día de la boda”, recuerda Marta. Y todo ello se puede ver en el vídeo de la boda realizado por Borboleta Producciones.
Para esta novia, la elección de su vestido fue “amor a primera vista”. ¿El ganador? El modelo Ores de Pronovias, un vestido de corte imperio salpicado de pedrería en la parte superior y falda de tul por el que Marta sintió un auténtico flechazo: “Iba con 9 o 10 fotos impresas de los vestidos que quería probarme, y entre ellas estaba la del modelo Ores. Me lo probé a mitad de la tanda y casi no me lo quito… Después de eso fui a dos tiendas más, pero no me lo quitaba de la cabeza, así que decidí no seguir buscando y volví a por él”, recuerda.
Como complementos, un precioso velo con el mismo tul que la falda del vestido y un tocado de flores que Agnes Sunyer, quien también se encargó de la peluquería y el maquillaje, diseñó para la novia. “El tocado me encantó porque destacaba mucho sobre mi pelo oscuro una vez me quité el velo tras la ceremonia”, cuenta Marta que añade que la naturalidad era clave en lo que ella buscaba para su estilismo aquel día: “Quería estar muy natural, por lo que me decanté por llevar el pelo suelto con grandes ondas y echado sobre uno de mis hombros”.
Para completar del todo su estilismo bridal, Marta apostó por lucir unos pendientes de brillantes, regalados por sus amigas, su anillo de compromiso (el modelo Oui de Dior en oro blanco) y unas sandalisas de Jimmy Choo en color champagne regalo de su hermana. El ramo, imprescindible para una novia era un bouquet en tonos empolvados y rosas con un toque violeta que prepararon en Baobab.
Edu, por su parte, optó por un traje de Carolina Herrera. Muy elegante llegó a la en la Iglesia de Santa Perpetua de Mogoda, una iglesia románica muy cerca de Barcelona, en el pueblo donde nació y vivió el novio hasta el día que se mudó a Madrid y en la que los novios quisieron que tuviera lugar parte de su gran día.
Tras el sí quiero, los novios y sus invitados se dirigieron hasta la Masía Can Ribas de Montbui, el lugar escogido para la celebración del convite. Antes, por supuesto, la lluvia de arroz y sus primeras fotos como marido y mujer quedaron recogidos por las cámaras de Padilla y Rigau.
Una vez en la Masía, todos pudieron contemplar el magnífico trabajo hecho por las profesionales de Wednesday Wedding Planners. Con la ayuda de Borboleta Producciones para la papelería y el vídeo de la boda, había referencias constantes a los innumerables vuelos que la pareja de recién casados había tenido que coger al principio de su relación. Así, al llegar a su sitio, cada invitado encontraba un avión de papel con su nombre que les marcaba su lugar en la mesa. Y al abrirlo, un mensaje personalizado escrito por los propios novios agradeciéndoles que hubieran hecho tantos kilómetros para estar con ellos, contándoles una anécdota divertida común o deseándoles que fueran los siguientes… Había tantos mensajes diferentes como invitados.
Las mesas combinaban manteles Toile de Jouy con otros lisos, la vajilla era de estilo provenzal y las sillas, de tijera también de estilo francés. La decoración floral, que era diferente en cada mesa, consistía en pequeños botes de cristal que alternaban velas y pequeñas flores en tonos pastel y verde. Y el hit de la noche fue la mesa de postres que prepararon desde el catering Le Chef, el encargado de servir todos los platos de la boda y que, recuerda Marta, “fue una de las cosas que más gustaron de la boda”.
El banquete dio paso al baile de los novios y este a la fiesta, que se celebró en un pasillo abovedado que eran las antiguas cuadras de la masía y que estuvo amenizada primero por un grupo de música en directo y, después, por el ritmo de DJ Bailongo. ¡Ideal para bailar sin parar hasta el amanecer!
Y es que, para Marta y Edu, el esfuerzo de preparar una boda a cientos de kilómetros quedó sobradamente compensado con el resultado del día más feliz de sus vidas y las reacciones de sus invitados. ¡Enhorabuena a la pareja y muchas gracias por compartir vuestro día con nosotros!
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