Se conocieron de una manera peculiar, él era camarero y ella visitaba a menudo esa terraza junto a sus amigas. Elena ya se había fijado en Dani y un buen día, su hermana hizo lo que ella no se atrevía, le dejó su número de teléfono y su nombre apuntado en una servilleta, y así comenzaron a hablar.
Tres años después, el 6 de junio de 2015, ¡se casaron! Para el gran momento, Elena escogió un vestido de novia de Sole Alonso, sencillo pero muy elegante con el que consiguió un look muy romántico. El diseño era en color blanco tostado, entallado a la cintura, llevaba unos tirantes anchos con hombreras hechas de pedrería y plata vieja, la espalda iba totalmente abierta con un escote en pico y la falda con mucho volumen.
Como complementos, la novia llevaba el solitario que Dani le había regalado en la pedida de mano y unos pendientes de brillantes. Para los zapatos confió en Jimmy Choo, eran un bonito modelo en color plateado y dorado con una abertura delantera. El ramo, de Los Peñotes, era de rosas blancas y rosas en varias tonalidades. El peinado y el maquillaje fueron obra de Cristina Poza, “que hizo un trabajo maravilloso, justo lo que quería”, confiesa Elena. La novia quedó muy contenta con el resultado de su look, ¡sabía que había confiado en los mejores profesionales!
Y, tras unos largos y emocionantes preparativos, llegó el momento de la ceremonia. Los novios escogieron La Casa de Oficios para celebrar una boda civil preciosa, en unas ruinas que creaban el escenario perfecto donde pasaron instantes muy emotivos que siempre recordarán gracias a las preciosas fotografías de Roberto Amorós. “Las fotos han quedado espectaculares, súper naturales, ni nos dimos cuenta de que estaba y aun así capturó los mejores momentos, fue encantador y nos sentimos muy cómodos con él. ¡El resultado ha sido maravilloso!”, cuentan los novios.
La cena se celebró en la misma finca, a modo de bufet, ya que como cuentan los novios, les encantaba la idea de que los invitados se relacionaran y pudieran hablar mientras degustaban las delicias que habían preparado para ellos.
La decoración del salón era muy original con un toque rústico. “Las mesas las pedimos cuadradas, rectangulares y redondas, no queríamos que quedara todo alineado, queríamos sensación de desorden y rústico a juego con el entorno, con muchas flores. Los manteles blancos tostados y unos salvamanteles de caña que daba el toque rústico”, cuentan Elena y Dani.
Como detalles para los invitados, los novios escogieron sombreros para el sol, bailarinas para las chicas y saquitos con una botellita de aceite de oliva ecológico y una cuña de queso. ¡Fue un regalo muy original que encantó a los invitados!
La pareja lo pasó genial en su gran día junto a familiares y amigos, nunca podrán olvidar los momentos tan bonitos vividos. Sin duda, una boda es un día para disfrutar de los tuyos y de la felicidad, y Elena y Dani lo hicieron a la perfección. ¡Muchas felicidades pareja!
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