Desde 1825 Venta la Chata ha conservado su estilo de antigua parada de postas y posada de viajeros, con un estilo muy característico que dota de encanto a este espacio.
Su estilo marcado por techos altos, diferentes alturas y singulares rincones hacen de este espacio un lugar magnífico en el que celebrar la boda.
Los muros de piedra, suelos de terracota y el blanco de las paredes encaladas son las señas de identidad de una casa cuya personalidad y peculiaridad sorprende gratamente a todo aquel que la visita.
Entre los espacios que los novios pueden encontrar se encuentra el prado en el que poder celebrar la ceremonia civil, la terraza rodeada de árboles y frutos perfecta para ser el escenario de cocktails o cenas y el salón ibicenco de grandes dimensiones, un espacio perfecto para el banquete.
Además, vuestros invitados podrán alojarse en una de las 17 habitaciones dobles del hotel, que ofrecen unas vistas preciosas al jardín y a la terraza.