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Los anticuentos: las nuevas mujeres del siglo XXI

Por suerte los tiempos han cambiado y ya no somos las princesas de los cuentos que nos vendieron... Ahora somos libres, independientes y luchadoras.

Los anticuentos: las nuevas mujeres del siglo XXI
Tropicfilms
  • Vida en pareja

Érase una vez… Con esta frase empiezan toneladas de cuentos. Cuentos llenos de personajes fabulosos, animales que hablan, casas de chocolate y princesas débiles que necesitan ser rescatadas por un príncipe (del color que sea). Estos cuentos, para las mujeres de hoy en día, son llanamente eso: cuentos, ficción basada en una realidad trasnochada y en unos roles que ya no vienen dados por defecto.

La mujer actual

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La toma de consciencia por parte de las mujeres y de la sociedad en general ha sido vital. Nuestro cerebro es como una app que va actualizándose para no quedar inservible y los progresos se experimentan en todos los ámbitos de la vida. Las mujeres de hoy en día no basamos nuestra vida en las labores domésticas y tampoco dependemos económicamente de ningún hombre. Lo que se conoció como “emancipación de la mujer” es hoy más evidente que nunca. Reivindicar la igualdad ha sido fundamental para que hoy nosotras podamos disfrutar de una realidad muy diferente a la que vivieron las mujeres del siglo pasado.

Las mujeres formamos parte activa en todas las esferas de la vida y esto no tiene nada que ver con el discurso de la diferencia de sexos: hombres y mujeres no somos sexos opuestos; somos sexos complementarios. Es ahora cuando hablamos de personas y no tanto de géneros, lo cual es un claro reflejo del avance conseguido y que sigue su curso.

Nosotras mismas: ejemplo de igualdad

Las mujeres del siglo XXI, y no ha sido un camino fácil, tenemos posibilidades reales de hacer lo que nos venga en gana: elegimos qué estudiar, con quién salir, si queremos vivir en pareja, tener hijos, casarnos o no… Proyectamos nuestro futuro sin que nadie nos ponga trabas para ello pero, a la hora de entrar en esferas públicas de la vida como lo es el mercado laboral, aún encontramos escombros de lo que fue. Desgraciadamente, seguimos estando en desigualdad de condiciones: las mujeres cobran menos que los hombres realizando el mismo trabajo y son muy pocas las que acceden a puestos de responsabilidad.

Si hablamos de mujeres que, además, son madres, apaga y vámonos. La conciliación laboral y familiar nos sonará a todas ya que es el pan nuestro de cada día. Por el simple hecho de ser mujer parece que la casa y la familia nos pertenezcan (aquí sí somos el CEO de nuestro propio hogar). Este papel que pensábamos no pesase ya sobre nuestro hombros, aparece una vez más para recordarnos que si no cogemos el toro por los cuernos y todas y cada una de nosotras sigue aportando su granito de arena para que las labores domésticas/familiares dejen de tener definitivamente nombre de mujer, el esfuerzo que durante tantos años se ha realizado habrá sido en vano.

Es cierto que se han dado pasos de gigante. Antes era impensable que la mujer trabajase fuera de casa mientras que el hombre se encargaba de cuidar del hogar y los niños. Ahora todas conocemos al menos un caso de este tipo y ¿a que no nos resulta raro?

Exigencia de aumento

Las mujeres del siglo XXI somos independientes, trabajadoras, viajeras… Pero también es cierto que nuestra auto-exigencia ha aumentado proporcionalmente. En un mundo con reglas estipuladas por hombres, las mujeres nos pedimos más a nosotras mismas, más del 100% que ya damos a diario. De poder con todo a ser una Superwoman hay un paso (o más de uno). Es por ello que nuestros niveles de estrés, ansiedad y presión social han subido como la espuma.

El siglo de las personas

La situación no puede hacer otra cosa que seguir cambiando a mejor asentando unas dinámicas paritarias que equilibren la balanza en la que nos movemos a diario. Quizás no seamos nosotras las que vivamos en primera persona la igualdad real tan deseada y discutida, sino que serán las mujeres del siglo XXII las que recojan los frutos. ¿Quién sabe?

La única verdad que podemos compartir y en la que creemos fehacientemente es qu

e hay que seguir sembrando en una dinámica de grupo compartida por ambos sexos. La mujer es principio y fin de sí misma. Este es el siglo de la mujer -dicen-. Preferiríamos afirmar que este es y será el siglo de las personas. 

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