El número de tonalidades presente en el mercado beauty no ha dejado de aumentar desde la creación de la primera barra de labios en el año 1915. No cabe duda de que cada mujer tiene a su alcance la opción de elegir el tono con el que más identificada se sienta con su personalidad o estado de ánimo, pero este detalle no asegura que vaya a ser el que más le favorezca. Para dar con el idóneo hay que tener en cuenta dos rasgos: el tono de pelo y de piel.
En Europa, en la raza caucásica encontramos tres tonalidades diferentes: el rosa, que son las pieles blancas; cetrino, las pieles más amarillas y oliva, las más verdes. Una vez se tenga claro este parámetro hay que detenerse en el tono de labial para lograr el equilibrio perfecto. A las pieles más rosadas les favorecen los colores fríos; a las cetrino, los colores cálidos y en el caso del oliva, tanto los colores fríos como los cálidos.
Otro punto claro es que la mujer, según cumple años, va subiendo el color de la barra de labios. ¿La razón? Sencillamente porque los tonos más llamativos aportan mayor luminosidad al rostro, mientras que los nude logran un efecto más plano y con menos expresión.
Las mujeres de piel clara son las que admiten tonalidades más diversas, al tener poco tono tienen la seguridad de que elijan el que elijan resaltará en su rostro. Su gama perfecta viaja de los rojos a los morados y desde el rosa palo al fucsia. Por el contrario, las de pieles más morenas se sentirán mucho más favorecidas con colores cálidos como el rodado, el coral, los marrones o incluso el melocotón. En este caso, suelen necesitar labiales con mayor pigmentación para resaltar más sus rasgos.
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