Hay bodas que cumplen con todos los ingredientes de las historias perfectas. Y con Natalia y Rafa fue así desde el primer momento, desde que cruzaron sus miradas aquella noche. Fue en las inmediaciones del conocido local de Malasaña, El Barco, uno de los más míticos de Madrid y que siempre se presenta en el imaginario del colectivo madrileño para redondear una noche de fiesta en condiciones. Haciendo cola antes de entrar, no tardaron en hablar y completar las exigencias de su destino. ¿Por qué coincidirían en ese momento y lugar, en mitad de aquella noche?
A partir de ese momento, el flechazo pasó de la atracción al amor, completando todos los estadios de esa maravillosa travesía. Se confirmó con la boda del 19 de diciembre del pasado año, plasmada desde el principio hasta el final por Momem Fotografía, estudio especializado en contar historias auténticas y dar belleza a cada instante. Desde la mano y el arte de los profesionales, la boda de Natalia y Rafa fue una oda a la captación del momento, de la sensación y de la emoción. Nada escapó a la velocidad de su disparador.
Natalia vistió de Pronovias en su gran día, apostando sobre seguro. Eligió un vestido de crepé de corte debajo del pecho que dejaba la espalda al aire y que desplegaba una gran cola. Sencillo y elegante, de blanco inmaculado y pequeños bordados en la manga para darle un toque especial. El tocado de Dilo con una flor, el ramo de flores de la misma floristería y los zapatos de Jesús Mendizábal, rosa nude y apoyados con bordes en dorado rosado con tacón ancho, completaron las galas de una novia que buscaba pasárselo bien.
La alegría de Natalia y el buen rollo que siempre ha transmitido se vio desde el momento de su preparación, tanto en el ritual de vestimenta como en el período entregado a Elena Deleyto, encargada del maquillaje y la peluquería para la boda. Pero también hubo momento para la emoción más familiar: la novia no quiso pasar la oportunidad de lucir los pendientes que su hermana Marta usó para su propia boda.
Rafa, por su parte, no se quedó atrás. Con su imagen de joven alternativo, combinó su larga barba y aro en la oreja con el chaqué de quien no renuncia ni por un segundo a la elegancia. Desenfadado y divertido como su chica, el entonces futuro marido de Natalia se atusó una pieza de La casa del chaqué, con corbata y tirantes de Sclapers, homenajeando la nueva modernidad, y unos gemelos de Silvio Silvani para abrazar también la sofisticación. Como joya y elemento nostálgico, el reloj de mano de su abuelo.
La boda de Natalia y Rafa fue divertida desde el primer momento. El humor y la relajación formaron parte de la celebración como dos invitados más, tal y como se observa en las risas y gestos de los novios y los invitados. Resulta difícil imaginar una celebración con más chispa.
Tras la ceremonia, todos los participantes se movieron hacia Finca Casa de Oficios (Torremocha del Jarama) para degustar las mieles dispuestas por Natalia y Rafa para sus seres queridos. El Laurel Catering desplegó lo mejor de su cocina y se metió a todos los invitados en el bolsillo. La empresa también quiso poner su granito de arena y decoró bellamente cada rincón de las instalaciones de la finca siguiendo un estilo rural chic acorde con la excelencia campestre del complejo.
Mientras los invitados se acomodaban en el espacio escogido por los novios, Natalia y Rafa tiraron de sus particulares personalidades en la sesión de fotos obra de Momem Fotografía. Saltando, corriendo y sonriendo, ambos se sintieron libres con la flexibilidad y libertad de actuación que ofrece el estudio fotográfico. Porque el estudio madrileño, que visita toda España con sus cámaras a cuestas, destaca por sus reportajes repletos de alegría, jovialidad y diversión. La emoción es su principal objetivo para capturar. Además, durante la boda, la compañía también puso la cámara a grabar para componer el vídeo del gran día y transmitir con imágenes sucesivas y música todos los momentos que hicieron de este enlace una fiesta absoluta.
El espíritu de la boda, presente desde la presentación hasta la fiesta, pasando por la divertida sesión de fotos, bebió siempre de la misma filosofía: la alegría. Los bailes fueron un fiel reflejo del buen ambiente que imperó a lo largo del día, y esa diversión se colocó como una de las características que Natalia y Rafa se llevarán como gran recuerdo de su gran día.
Natalia y Rafa disfrutaron de su boda al máximo, por eso Momem Fotografía tuvo el trabajo mucho más sencillo. Porque, cuando los novios lo ponen tan fácil y contratan a las personas adecuadas para darle forma, el resultado solo puede ser positivo. Un reportaje fresco, natural y emocionante que refleja la realidad de un día único.
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