Muchas veces, cuando nos empeñamos en ponernos a dieta, lo primero que cuenta es el número en la báscula: “para la boda tengo que perder tanto”. “Una talla x equivale a tanto otro”. El peso no es subjetivo (es una cifra que se puede medir), aunque sí lo son la manera en que lo interpretamos, cómo nos sentimos y sobre todo el estilo de vida que llevamos.
Si estás en plena cuenta atrás para el día B, tienes muchos motivos para bajarte de la báscula incluso si tu objetivo es llegar al altar con cuerpazo. Empezamos.
1. El músculo no pesa más que la grasa… pero su aspecto sí que es muy diferente
Un kilo siempre es un kilo, y 60 siempre serán 60. Ahora bien, los músculos son más densos y compactos que la grasa: de ahí que un kilo de grasa al lado de un kilo de músculo ocupe mucho más volumen incluso cuando el peso es el mismo. No te dejes engañar por los números: si estás a dieta y sobre todo dándolo todo en el gym, la báscula sólo te distraerá de tu objetivo porque no es capaz de decirte si tu peso se corresponde a grasa o a masa muscular. El único capaz de decirte eso es el espejo y la talla de los vaqueros.
2. Con algunos deportes se gana gran cantidad de músculo
Los deportes de cardio, como correr o los ejercicios aeróbicos, ayudan a consumir muchas calorías en muy poco tiempo, y son un complemento perfecto para las dietas equilibradas. Ahora bien, por mucho cardio que hagas, correr no te va a hacer ganar músculo: levantar peso, y los ejercicios de core y strength training lo harán. Este incremento en la masa muscular ayuda igualmente a acelerar el metabolismo y consumir más energía cuando estás en reposo, además de tonificar las distintas partes del cuerpo.
Recuerda que el músculo pesa lo suyo, así que aunque pierdas grasa, puede que acabes pesando más que al principio incluso si bajas de talla.
3. El cuerpo femenino fluctúa
En cantidad de agua, líquido retenido, cambios hormonales… Si ayer perdiste medio kilo y hoy lo vuelves a ganar es probable que se deba a estas fluctuaciones y no a que te pasaste con el postre. Otro motivo más para deshacerse de la báscula.
4. La báscula no te dice lo guapa que estás
Pero las personas a tu alrededor sí. ¿Vas a darle más importancia a un frío número que a los que más te quieren?
5. Pero sí que puede arruinarte el día
¿Quién no se ha sentido derrotada por la báscula al comprobar que los números no cambian, o lo que es peor, que han aumentado un poquito más que ayer? Si te subes obsesivamente a la báscula cada día es probable que sus números ejerzan un poder sobre ti capaz de arruinarte el día. Algo tan insignificante no debería tener esa capacidad y sin embargo se la damos sin pensárnoslo dos veces. Si sabes que la báscula es sinónimo de frustración, incluso si eres consciente de todas las variables que afectan a tu peso corporal, corta con el problema de raíz y deja de subirte en ella.
6. Las personas que ves en las revistas no son como tú
Pero no por lo que estás pensando: cada persona es distinta y no todos tenemos el mismo tipo de cuerpo, ni composición corporal. Si ni siquiera en una misma persona una pierna es totalmente simétrica e igual a la otra, ¿cómo vamos a ser iguales unos y otros?
Especialmente si tiendes a fijarte en modelos y blogueras de fitness con cuerpazos extraordinarios. No olvides que lo extraordinario es precisamente eso… lo que está fuera de la norma.
7. El peso ideal no existe
La idea del ‘peso ideal’ suele ir asociada a un número que cada una nos fijamos como meta; “cuando pese x seré más feliz que ahora” o “cabré en tal vestido de”. Vivir en el futuro y sobre todo en un ideal que no existe no sólo no es saludable sino que no te permite disfrutar de lo que pasa en este momento. Y este momento, la cuenta atrás para la boda, es súper especial. Además, es más que probable que una vez alcances esa supuesta meta prodigiosa, te des cuenta que no te hace tan feliz como esperabas.
8. La báscula no te dice si estás sana, o en forma
Puedes haber alcanzado el peso que querías pero ese número no refleja tu nivel de energía, ni si eres capaz de correr diez kilómetros; no dice nada sobre tu nivel de colesterol, ni tampoco sobre la cantidad de azúcar en sangre. Ni si te sientes feliz cuando te miras al espejo, o cuál es tu nivel de autoestima. Si quieres llegar en buena forma al día B, entrena a menudo, cambia tus hábitos de alimentación hasta convertirlos en un plan sostenible que puedas mantener siempre, y sobre todo no te obsesiones con los números. ¡Suerte!
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