Aunque las separen más de una década, y la moda evolucionara a una velocidad de vértigo en aquellos años, hay una característica común entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, y es que cambiaron totalmente la moda.
A raíz de 1914, la mujer se ha de incorporar al trabajo y las prendas se vuelven más cómodas, aunque no es hasta 1936 que la mujer entra de lleno en las fábricas y la industria, mientras los hombres van a la guerra.
En ambos casos se da la circunstancia de que hay ‘racionamiento’ de telas, por lo que los modistos y diseñadoras se ven obligados a reducir el ancho y largo de las faldas, eliminar bolsillos extra y estrechar las chaquetas, y las mujeres encuentran en el uso de los pantalones una forma de ahorrar en medias de nylon y zapatos de tacón.
Pero, ¿cómo influye todo esto en las bodas de estos años? La gente se seguía casando, por supuesto, pero la austeridad y sobriedad de la gente de a pie son la tónica general de los enlaces en estos años. El vestido de novia era una gran inversión, y en muchas ocasiones se usaba el mejor traje que una tenía para el enlace, e, incluso, a veces la novia se encontraba en la circunstancia que tener que ir de luto.
En estos años hubo grandes bodas, como la de la Reina Isabel II de Inglatera, que el 20 de noviembre de 1947 contraía matrimonio en la abadía de Westminster, luciendo un vestido para el que tuvo que usar cupones de racionamiento para obtener la tela y materiales.
En los vestidos de novia vemos como la tónica general es el uso de líneas rectas, largos en algunos casos por encima del tobillo, sin enaguas ni can-can, y hombros marcados, sin perder el toque de elegancia.
Hoy en día podemos encontrar ejemplos como el elegante vestido de Temperley London, con su hermosa caída y su espalda adornada de priedas, o modelos similares en Circa Brides, BHLDN o el fabuloso Valentino.
¿Qué os parece? ¿Usaríais este look años 40 para el día de vuestra boda?
Autor invitado: Blanca Blanco de Adoro Las Bodas
Experta en complementos y decoración
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